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Now will we make things, together: habitar y andar, entre buenas prácticas y soluciones

 
2 mayo 2020   |   , ,
 

Diálogos en Arquitectura, tras la cancelación del Taller «HabitAndando», previsto en el Congreso Internacional de Arquitectura en Río de Janeiro «Todos los mundos, un mundo», comienza un viaje en busca de «horizontes compartidos». Comienza el 2 y 3 de mayo de 2020, con el seminario «Experiencias vivas, viaje hacia posibles horizontes», durante la Semana Mundo Unido 2020.

Now will we make things, together:
ahora, hagamos algo juntos

How we will live together?” era el título de la XVII Bienal de Arquitectura de Venecia.

How, cómo: antes del lugar, se preguntaba a los arquitectos la calidad del estar juntos. We will se refería a voluntad: nosotros podremos. Live, vivir: no sólo estar en lugares juntos, los unos al lado de los otros, sino vivir. Together, juntos. “En el mismo barco”, así como estamos ahora; no solos.

Si el arquitecto Hashim Sarkis, curador de la 17° edición de la Bienal, levantaba esta vital demanda de futuro ya antes de la crisis sanitaria, ahora – now – más que nunca es necesario pensar a cómo hacer para vivir juntos, reconduciendo la pregunta a la actualidad: no preguntándole a un público genérico, sino preguntando-nos no tanto como podríamos vivir en futuro, sino llevando al presente un más general deseo de vivir juntos a un más urgente hacer, ahora.

Hasta hace poco estábamos preparando un evento internacional en Rio de Janeiro, escenario ideal para un tema más que nunca actual: “Todos los mundos, un solo mundo”. El caleidoscopio que es esta ciudad, junto al inmenso Brasil, nos estaba esperando juntos a los miles de arquitectos convocador por la UIA (Unión Internacional de los Arquitectos), con la tarea de profundizar, más allá de la globalización geográfica que título del evento parece evocar, una visión holística sobre Diversidad y Mezcla, Cambios y Emergencias, Vulnerabilidad y Desigualdades, Transitoriedad y Flujos: cuatro campos para profundizar lo que ahora no tenemos que pensar sino aplicarlo, en una manera radicalmente diferente a lo que habríamos pensado. Diversidad de situaciones frente a la pandemia, entre Norte y Sur global, entre ricos y pobres, niños y ancianos, y mezcla que en la distancia social necesita soluciones distintas. Cambios debidos a la emergencia Covid y vulnerabilidad de sistemas económicos y sanitarios en distintas áreas del mundo, que aceleran las desigualdades. Transitoriedad de los sistemas actuales, congelados por el distanciamiento, y nuevos flujos por prever, en formas distintas para bienes y personas.

No podemos ir a Rio y ahora no podemos pensar en temas generales.

Tenemos que bajarnos en las situaciones específicas, en las necesidades. Tenemos que poder mirar, aunque en el medio de una crisis mundial, lo que está pasando en la calle, al lado nuestro. Y reajustarlo todos juntos, ya que no podemos pensar de hacerlo solos.

Creemos y estamos convencidos de que las buenas ideas para todos nazcan de lo que cada uno puede ofrecer según su vivencia y no solo como reflexiones.

Es necesario organizarse para saberlo hacer,

Estamos juntos no para hacer arquitectura y ciudades nuevas, sino para poner en dialogo arquitecturas y arquitectos y no solo, ya que las ciudades son “demasiado importantes para dejarlas a los arquitectos”, como decía Giancarlo De Carlo. Y ponerse en dialogo, hoy, no es fácil: ya estamos acostumbrados a que cada uno de su opinión en un coro de voces, historias, experiencias, insumos y reflexiones que, a pesar de ser lindas, interesantes, sugestivas o proféticas, a veces dan la impresión de estar en un supermercado en que cada uno vende su producto o toma lo que le sirve.

Somos reduces de aquel “Moderno” que nos acostumbró a esto: a separar para organizar de mejor manera tiempo y espacio, disciplinas y funciones: así hemos sido entrenados y así son nuestras ciudades: zonas para alojar y para trabajar, para estudiar y para cuidarse.

Ahora un virus mezcló todo, dejándonos en el punto de partida, reiniciando tiempos t espacios, funciones y lugares seguros donde podernos también cuidar, y nos encontramos nuevamente vulnerables, con espacios cerrados, tiempos inciertos, funciones mezcladas.

Solos pero también juntos, por lo menos acomunados por la misma situación en un tiempo muy largo, de manera nunca tan democrática: ricos y pobres, norte y sur, este y oeste, laicos y creyentes, musulmanes y cristianos, habitantes de las metrópolis y gente del campo.

Quizás aún no hemos entendido a cabalidad que todo este “estar en el mismo barco” entre muchos no es solo estar los unos al lado de los otros. Es necesario también ponerse de acuerdo, para entender donde remar, organizar suministros, definir roles, tener una ruta y un puerto a donde llegar, juntos.

Queríamos ir a Rio para continuar aquella experiencia errante de Habitandando, que nos había acostumbrado a la bondad de un aprendizaje enriquecido por el ir entre historias, experiencias y buenas practicas del mundo para así enriquecer nuestros contextos y el mismo debate público. Llevábamos diez anos haciendo esta experiencia, habitando lugares.

Por la imposibilidad de movernos, ahora habitamos los espacios estrechos del aislamiento, siguiendo viajando de manera diferente, abriendo las ventanas al mundo de las muchas historias y experiencias que están explorando posibilidades inéditas haciendo emerger desde la emergencia nuevos horizontes. Y ya que no podemos viajar, es el momento para habitar los temas centrales recuperando la raíz etimológica de habitar – habere: “poseyendo” lo que pasa alrededor nuestro: emergencia sanitaria, distanciamiento social, dificultades económicas, quiebre de los flujos, teletrabajo, desafíos educacionales, viviendas no aptas, vivienda para quien no la tiene, relaciones entre real y digital… cuantos temas, historias y vivencias con que cada día somos inundados por twitter, artículos, mensajes y televisión.

En muchas partes se preguntan como hacer con los niños que no volverán a la escuela mientras que los padres volverán a trabajar, y si aun tiene sentido el formato de enseñanza al cual estamos acostumbrados: en algunas partes algunos nos podrá decir si este es el tema para el cual hay primeros ejemplos y soluciones.

Para muchas ciudades, el tráfico es el principal miedo para reabrir: ¿cómo evitar hacinamiento en metro y en bus? ¿Promoviendo el uso del auto? O, como están pensando (y haciendo) muchos, ¿con la bicicleta?

El trabajo digital a la distancia parece favorecer la posibilidad no solo de una distancia social, sino también de una dispersión equilibrada en el territorio, que podría solucionar los desequilibrios crecientes entre rentas posicionales de quienes viven en centros urbanos y quienes en regiones periféricas. Cuantos temas, cuantas posibilidades, cuantos enfoques: podríamos seguir hacia el infinito. Y quizás que ya existan respuestas concretas por compartir, implementadas por individuos, instituciones, comunidades, profesionales, empresas, asociaciones.

Y quizás, juntando todo esto, podríamos juntar pistas y horizontes posibles.

“No volveremos al mundo de antes”, sugería hace unos días Muhammad Yunus, el inventor del microcrédito, y no quisiéramos tampoco aventurarnos en la ciencia de la futurología, lanzando profecías sobre cómo será un después demasiado aleatorio.

Se necesita realmente creer en una gracia del presente, capaz de saber orientar la mirada y la necesaria creatividad, empezando por las situaciones actuales.

Lo que es seguro no es tanto que el mundo está cambiando sino que, si queremos, podemos cambiarlo.

Igualmente cierto es que esta pandemia no es un episodio aislado: quien sabe cómo los libros de historia (si existirán aún) cuentearán estos primeros veinte años del siglo XXI, empezando con un trágico atentado, seguido por migraciones bíblicas, cambio climático, desastres ambientales, guerras asimétricas.

Tal vez sí podemos cambiar no tanto el mundo, sino alguna herramienta para enfrentarlo, mirando las cosas desde otra perspectiva. No teniendo (demasiadas) certezas científicas, podemos recuperar la primacía de la vida por sobre de la teoría.

Estamos todos en el mismo barco no solo como personas, sino también como disciplinas, vida y pensamiento: estamos constreñidos a sentarnos juntos no en las mesas de seminarios y conferencias, sino entre las necesidades de educación y transporte, trabajo y salud, medioambiente y social.

Hasta hace poco se celebraba la globalización, casi dañando lo local, que sufría con las puntas extremas de polarizaciones muy conocidas. Estábamos preocupados de los muros que se levantaban y ahora, cerradas las fronteras, abrimos pantallas digitales a los lejanos y balcones a los vecinos. Teníamos que calibrar distancias de tolerancia y ahora la solidaridad derrumba muchas barreras.

Tendremos que acostumbrarnos a mirar un mundo que desde siempre esperamos sea más unido, pero desde el local, desde el cual tejer redes hechas de experiencias e historias por compartir: tal vez entonces podríamos construir una buena plataforma desde varias partes del mundo con temas e historias, para ofrecer una metodología de dialogo.

Necesitamos habitar experiencias que se ponen en marcha, quedándonos en ellas compartiendo el espacio, las dimensiones de los problemas y de los desafíos, y las posibles soluciones.

El futuro depende de lo que hacemos, ahora. Podemos habitar los desafíos y hacer viajar la creatividad.

Es el momento: How Will we live together? Depende, además que del cómo, también del cuándo: now, ahora.

Por el equipo de Diálogos en arquitectura

 


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