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Workshop

Jorge y el trabajo de la Comisión de la Verdad

 
19 enero 2021   |   , ,
 

Dialogando con Jorge Jiménez Castro, colombiano y voluntario del “Nodo Italia” en apoyo de la Comisión de la Verdad.

Conocí a Jorge en septiembre del 2019, en París, mientras participaba a la escuela de formación para jóvenes “Embajadores por un mundo unido”, organizada por la OMG New Humanity. Jorge Jiménez Castro es colombiano, tiene 28 años y vive en Italia desde el 2018, precisamente en Florencia, donde estudia una maestría en ciencias políticas en el Instituto Universitario Sophia (Loppiano – FI) y también filosofía y ética de las relaciones en la universidad de Estudios en Perugia. En su país colaboró con el MPPU (Movimiento Político por la Unidad) de Bogotá impulsando talleres de pedagogía de la paz. Jorge también es voluntario del “Nodo Italia” en apoyo de la Comisión de la Verdad, el organismo extrajudicial creado por el Estado colombiano para elaborar el informe que tendrá que explicar en qué consistió el conflicto armado, promover el reconocimiento de las víctimas y colaborar en la construcción de un clima duradero de respeto, reconciliación y concordia en el país. Presidida por el jesuita Francisco De Roux, la comisión comenzó a trabajar en noviembre del 2017 y concluirá su mandato este año 2021. Con el diálogo con Jorge queremos conocer el estado de los trabajos y las perspectivas que se abren con el acercarse el vencimiento de su cargo. También esta vez, no obstante, la pequeña distancia que separa mi ciudad de la suya, debido a las restricciones relacionadas con la pandemia, nos encontramos gracias a una video llamada.

Jorge, explícanos mejor: ¿qué es la Comisión de la Verdad y cuál es su finalidad?

«La Comisión es una institución creada después de la firma de los acuerdos de paz firmados el 24 de noviembre del 2016 en la Habana entre el gobierno colombiano y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). El sistema creado por el acuerdo de paz (Sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición) implicó la creación de una entidad encargada de redactar un informe sobre la verdad del conflicto, que buscaría investigar las causas y recoger los testimonios de las víctimas. Entonces, esta Comisión tuvo que iniciar un proceso de diálogo colectivo que involucró a todas las voces, testimonios y vivencias del conflicto. Han sido creadas veintidós “casas para la verdad” en distintos territorios de Colombia. Porque el nuestro es un país con un territorio muy diversificado geográficamente, hay montañas, los Andes, que aíslan entre ellas las distintas comunidades entre sí, y además la guerra ha generado diferencias sociales, económicas y políticas que han hecho que las diferentes identidades (ya sean afrocolombianos, indígenas, mujeres, campesinos y los ciudadanos), se encuentran en diferentes territorios con diferentes historias, responsabilidades y sufrimientos provocados por el conflicto.

A un cierto momento, se dieron cuenta que entre todas estas víctimas -aun si el mismo término de “víctima”, está en discusión- porque muchas personas golpeadas por el conflicto no quieren llamarse “víctimas” pero, por ejemplo, se definen “sujetos políticos” o “sobrevivientes” del conflicto- faltaban aquellos que no viven más en Colombia, que han tenido que huir por motivos políticos o relacionados con el conflicto armado y la guerra. Luego, se creó esta red de “nodos”, de grupos no formales en el exterior, conformados por voluntarios que intentaron organizarse para difundir la tarea de la Comisión de la Verdad y recoger los testimonios de las víctimas o sobrevivientes de la guerra en Colombia».

Jorge, tú eres parte de uno de estos “nodos”… ¿cuál?

«Soy parte del nodo de Italia. Hay otros nodos en toda América del Sur, Central y del Norte, e incluso en Europa. Existe como una macro área de la Comisión que gestiona los 25 nodos extranjeros. Entonces, a veces tenemos reuniones en las que hay gente de Costa Rica, Panamá, Ecuador, hay muchísimos exiliados, o en España, donde está el número más alto de exiliados colombianos en Europa».

 

Para el nodo italiano, ¿han logrado identificar las historias y también los orígenes de los exiliados colombianos?

«Fue una tarea bastante compleja porque Italia es un país que todavía no tiene muchas víctimas registradas, son unas 250. Pocas, si se compara con España, donde hay más de 5.000 y con el tiempo, nos hemos dado cuenta que muchas personas han ocultado el hecho de que son víctimas del conflicto colombiano. Esconden esta parte de sí mismos, de la propia historia, con la esperanza de poder afrontar mejor la migración, el exilio y reconstruir una nueva identidad en el nuevo país.

Así, para nuestro trabajo nos hemos apoyado en las asociaciones creadas por colombianos y colombianas en el territorio. Yo coordino el área de Toscana y de Florencia. En Florencia, por ejemplo, hay dos asociaciones de colombianos y a través de ellos, v hemos tratado de llegar a las personas. Un trabajo muy difícil, porque muchos no querían hablar, ni exponerse como “víctimas” o reconocerse como tales. Descubrimos que éste era un fenómeno común también en Roma, Módena, Trieste. Entonces, esto nos obligó a iniciar un trabajo más “pedagógico” y hemos entrado en las comunidades. Nos dimos cuenta de que, quienes ya habían participado en procesos políticos, habían desarrollado una conciencia que les permitía decir “sí, soy víctima; sí, sucedió esto”. Esta conciencia no la tenía por ejemplo la mujer campesina que había escapado de Colombia porque habían matado a sus hijos, y que aquí en Italia trabajaba como cuidadora sin que nadie sospechara lo que había vivido en su propio país. Al no contarle a nadie el dolor por la muerte de sus hijos, no había hecho en su corazón el proceso de elaboración psicológica. Entonces, aquí también nos encontramos acompañando a estas personas que se confían con nosotros, que nos han contado su historia. Un acompañamiento de tipo “psico-social” por decirlo así. Y, en este proceso, henos tenido que establecer estrategias de conversación.

Pedimos ayuda a las iglesias, a las parroquias, a Cáritas, a las asociaciones, a todos esos posibles “espacios de confianza” que pudieran ayudar a la gente a decir: “Sí. Esto me pasó, yo viví esto”».

Y en este proceso se te ocurrió una idea original…

«Nos enteramos que en Trieste había una comunidad de afrocolombianos originarios del occidente colombiano, donde algunas tradiciones populares artísticas son muy fuertes, entre las que la música de tambor y los bailes son muy importantes. Así que pensamos que algo genial podría ser realizar un trabajo focalizado en ellos que comenzara con el arte, para hablar sobre la historia y sus heridas. De este evento nació una estrategia, el MemorArte Fest, el primer festival digital para la memoria y en homenaje a las víctimas del conflicto armado colombiano y todos los conflictos armados. Porque también hemos involucrado a personas de otros países en guerra. Invitamos a directores, escritores, poetas, pintores, incluso famosos que, por solidaridad, quisieron participar contando su compromiso con la construcción de la paz. Su arte fue como un soplo de aire fresco para esta gente. Invitamos incluso a artistas colombianos residentes en Italia, a crear una obra en homenaje a las víctimas. Y nos dimos cuenta que esta colaboración generó un clima de confianza que permitió a muchos de ellos compartir con nosotros sus historias. Así, pudimos recoger otros testimonios, producto de este espacio participación alrededor del arte».

El trabajo de la Comisión de la Verdad expirará el 2021. Pero, ¿qué significa esto? ¿puedes explicar qué pasa después?

«Todo esto nace de un proceso iniciado por las organizaciones de las víctimas en Colombia, que comenzaron a hacer reconocer sus derechos dentro del territorio colombiano y que ha llevado, en el 2011, a una ley muy amplia que atañe a todas las víctimas del conflicto. Esa ley creó una serie de dispositivos para identificar las víctimas en todos los territorios. La ley caduca también en el 2021. Igualmente, el mismo sistema de justicia especial para la paz, que es un sistema compuesto por un tribunal específico para juzgar a los guerrilleros y a todas aquellas personas involucradas en la guerra, que también involucra la Comisión de la Verdad, tiene una fecha límite específica, aproximadamente hasta el 2037.

En los tres años de trabajo, la Comisión tiene la tarea de recoger todos los testimonios que permitan la elaboración de un mapa, digamos, de las causas del conflicto, recogiendo la pluralidad de voces, tanto de las víctimas como de los victimarios, o de las distintas víctimas, porque estamos empezando a decir que, en la guerra, de alguna manera, todos son víctimas.

Entonces, la Comisión tiene hasta el 2021 para cerrar este proceso, entregando un dossier para que la sociedad colombiana sepa lo que vivieron las víctimas, lo que sucedió, para que quede como memoria histórica de este proceso que promueve el diálogo social y la reconciliación. Para dar sostenibilidad al legado de este trabajo, la Comisión difundirá un amplio abanico de material artístico, audiovisual y periodístico, para concientizar a la sociedad de los procesos de escucha que han llevado al esclarecimiento de la verdad de la historia del conflicto, trabajando junto a organizaciones sociales, a la comunidad internacional, la academia, el sector empresarial, para promover un proceso duradero de reconciliación y convivencia pacífica. Esta es la perspectiva de la justicia restaurativa que ha estado en el centro mismo de la construcción del proceso de paz».


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