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Palermo: “Más allá de las fronteras”

 
14 abril 2020   |   , ,
 

Todo cerrado. Puertas y persianas bajas por la pandemia. También los hogares de familias “Rom” (romaníes).

Con la pandemia de Coronavirus se hacen cuentas de diferentes maneras: con la muerte de tantas personas solas, con el dolor de familias obligadas a permanecer en casa, sin poder estar cerca de sus seres queridos. Estas son, tal vez las situaciones más crueles que está generando el virus. También hay otras y, tal vez las más sutiles, que se evidencian en un segundo momento, en la lucha cotidiana por enfrentar las consecuencias económicas y sociales, particularmente duras para quien vive ya en condiciones de marginación.

Carla Mazzola, profesora y psicopedagoga, es la persona de contacto para los alumnos “Rom” del Observatorio sobre la deserción escolar de la Oficina Regional de Escuelas de Sicilia. Vive en Palermo, una de las ciudades italianas que ve creer el descontento social todos los días, pero donde, al mismo tiempo se evidencian aquellas buenas prácticas inclusivas de atención, lo que permite que el tejido social no se deshilache, especialmente en los suburbios, donde esa marginalidad es más fuerte. Carla sigue sobre todo algunas familias nómadas que, con el Coronavirus, viven una condición dramática.

Carla, ¿nos puedes explicar dónde trabajas hoy?

“Tengo que admitir que es un contexto de gran dificultad. Las familias que acompaño han llegado sobre todo de Kosovo, escapando de la guerra hace más de 20 años, de hecho, no son personas acostumbradas al nomadismo, y cuando llegaron a Palermo no han ido a ninguna otra parte, son sedentarios”.

¿Son personas integradas?

Son personas que, por muchos motivos, no pueden regresar a su tierra natal. La alcaldía de Palermo les asignó una parte del Parque de la Favorita donde se construyó el campo Rom, que permaneció abierto, desde finales del año ’90 hasta el 2019. Desde ese tiempo, como maestros, sabíamos que la verdadera integración tendría que comenzar en la escuela: entonces nos interesamos por las familias para animarlos a que mandaran a sus hijos a la escuela, en un momento en el que no había integración con las familias de Palermo, aún más, había muchos prejuicios, divisiones, temores con respecto a esta realidad. Gracias a acuerdos de “red” entre las escuelas y a una atención continua a las familias y a sus problemas, muchos niños y jóvenes pudieron estudiar y alcanzar buenos resultados. Claramente yo no podía inscribir a un muchacho a la escuela ignorando el contexto en el que vivía: un campo con presencia de amianto y grandes precariedades. Familias que vivían en cambuches, con conexiones clandestinas de energía. Recuerdo el así llamado “árbol de Navidad”: un poste de luz al que todos se pegaban con cables improvisados para obtener electricidad. Esto para dar a entender que tampoco ahora tienen derecho real a estudiar, a la salud, a la vida, a la restauración de la vida cotidiana en estas situaciones; entonces fue necesario promover la integración escolar también con los niños de las familias palermitanas a través de métodos de conocimiento fuertes que, involucraron por varios años, a los maestros voluntarios de refuerzo escolar, que hicieron un trabajo excepcional”.

¿Qué ha cambiado para estas familias la pandemia?

“Hago la premisa que el campamento fue abandonado el año pasado y ahora las familias viven en diferentes partes de la ciudad, sin ser más un gueto. También esto es priorizar las “personas” y no las etnias. Pero los padres continúan viviendo de sus jornales, son vendedores ambulantes, muchos irregulares, también porque no logran obtener los documentos de residencia que les permita un trabajo diferente, con dignidad estable. Con el estallido del Coronavirus, con el aislamiento forzado y la falta de subsidios y documentos válidos, estas personas se convirtieron en las últimas, invisibles para el resto de la sociedad”.

¿Cómo viven esta situación?

“Con gran temor y angustia. No pueden conseguir nada para comer, porque no salen de la casa sin documentos y, mucho menos tienen cuentas corrientes. Viven el día a día, sirviéndose de estrategias que se convierten en un riesgo grandísimo en esta situación de vulnerabilidad que los puede hacer llegar a la criminalidad, que a veces se convierte en la única solución para poder comer”.

Aquí es donde entras en juego….

“Por la noche no podía dormir pensando en todo esto y en un momento me vino una idea: es cierto que nosotros no podemos salir de casa, pero existen asociaciones como la Caritas que pueden encargarse de esto. Si hiciéramos una bonificación a Caritas destinada las familias Rom, facilitando nombres y direcciones, explicando las difíciles situaciones, ellos les podrían llevar las ayudas. De acuerdo con “La Casa de los Derechos” de la alcaldía de Palermo pusimos a funcionar esta campaña con La Caritas y, el 19 de marzo las ayudas comenzaron a llegar gracias a la generosidad de muchos ciudadanos que hicieron su donación para estas familias”.

¡Las necesidades son distintas de una familia a otra?

“Se creó un mapa con la ubicación de las familias, con el número de componentes, las edades y, nosotros desde nuestras casas actuamos como “navegadores” a través del teléfono, a los voluntarios de Cáritas para explicarles las diferentes situaciones. Les han llevado productos de primera necesidad, que son las mismas para todos y luego cada uno ha individuado las necesidades de cada una de las familias en particular, para hacerlos sentir escuchados, amados especialmente. Mientras se continua con la distribución, hemos logrado registrar a estas familias en la alcaldía con el fin de que puedan obtener los bonos que el gobierno ha prometido, con la esperanza de que todo esto se ponga en marcha”.

“Pero los niños ahora no están yendo a la escuela…”

“Este es uno de los mayores problemas, porque la educación, la escuela, conllevan integración y nuevas posibilidades; para muchos de ellos es el único camino de salvación, de un futuro distinto rescatado de lo que han vivido. Tenemos que recordar, como dijo un futbolista de origen Rom, que puedes de sacar a un muchacho del gueto, pero no el gueto del corazón de un muchacho. La legalidad aprendida desde temprana edad, será la única oportunidad de tener un trabajo y un hogar. Para esto hemos tomado medidas, con la ayuda de la asociación “In Medias Res”, para proporcionar Tablets para estos chicos y así poder continuar a acompañarlos para que logren continuar desde sus casas, el camino emprendido”.

En estas ayudas concretas, ¿cuánto es importante agregar la relación personal con las familias?

“La relación lo es todo. Con los muchachos y con las familias tenemos constantemente intercambio de mensajes. Para ellos es importante sentir que los pensamos, saber que hay alguien que está a su lado. Por supuesto, desde que el campo fue abandonado, he estado más tranquila sabiendo que están en una verdadera casa, pero es en la relación continua que luego, se produce un cambio”.

¿Qué es la fraternidad para ti?

“Para mí la fraternidad es ir más allá de las fronteras, dar un paso más allá para descubrir en cada persona mi misma humanidad, hacer realidad los sueños de los que sufren, dar la posibilidad de volar a quienes lo desean. Para esto se necesita perseverancia, constancia en la relación; la relación no puede ser un spot, un punto, sino que es reciprocidad. Las familias Rom están en grado de dar mucho y a mi me dejan una riqueza enorme cada vez, en términos de fe, de capacidad de relativizar los problemas, pero también en términos de sonrisas y hospitalidad. Para mi ésta es la fraternidad, también en tiempos de Coronavirus”.


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