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“Tengo hambre”. La provocación que inspiró una ola de colaboración

 
26 enero 2021   |   , ,
 

“Cuidar de los otros es un acto de coraje” dice Jomery Nery, un joven brasileño, abogado tributarista, quien además es Director de operaciones de Anpecom (Asociación Nacional por una Economía de Comunión, por sus siglas en portugués).

Desde Anpecom, surge una iniciativa llamada Supera (Programa de Superación de la vulnerabilidad económica).  Jomery lo describe como el proyecto de desarrollo personal de Anpecom. Y es que hablar de pobreza en Brasil no es algo sencillo. El problema es de dimensiones muy amplias. Se estima que en el país sudamericano 13,6 millones de personas viven con menos de US$1.90 al día y que 51,7 millones de personas viven con menos de US$5,5 al día.

Con cifras tan alarmantes ¿por dónde empezar a erradicar la pobreza?. No es tarea fácil, pero por más de 10 años, Supera ha ido estructurando una metodología que les ha permitido llegar a muchísimas personas y experimentar la comunión y la fraternidad a través de los bienes materiales y relacionales.

Entrevistamos a Jomery para conocer más de este proyecto, que durante los casi 12 meses de pandemia debió acelerar los motores.

Partimos por el inicio. Jomer ¿Cómo funciona Supera?

Durante todo el año recibimos mensajes, correos, comunicación de personas que necesitan ayuda para comer, para construir una casa porque viven en casas de papel, para la renta,  para estudiar o quizás para emprender.  Una vez al año lanzamos la campaña “Comunión y Acción”. Es una campaña de dos meses en la que empresas, organizaciones, personas particulares y todos los que quieran contribuir, lo pueden hacer. Usamos revistas, redes sociales y medios de comunicación para difundir la campaña y recolectar dinero que luego sirve para ayudar a las personas necesitadas.

Sabemos que son cientos de personas las que piden la ayuda, pero los recursos no son infinitos ¿Cómo identifican y seleccionan a quién destinar la ayuda?

Tenemos una persona que coordina Supera y ella coordina no solo recibir nombres de personas, sino de conocer las verdaderas necesidades de estas personas, conocer sus realidades e identificar cómo se le puede ayudar. Se interesan por la vida de las personas, conocen la familia y los deseos que tienen. Luego se analiza cómo se les puede ayudar, porque incluso algunas veces no se trata de una cuestión de dinero, sino solamente de una cuestión de organización. Tal vez está buscando empleo, pero de una forma equivocada, entonces la orientamos y buscamos empleo juntos.

¿Cómo ha sido este año de pandemia? ¿Cómo ha impactado y cómo lo han vivido?

En Brasil la tasa de desempleo subió muchísimo y volvimos a ver por las calles a personas por la calle con carteles que dicen “tengo hambre”. Esto hace mucho no lo veíamos. Necesitábamos hacer algo y justamente fuimos provocados por un líder comunitario de Beiru, en Salvador de Bahía. En estas comunidades existe la dificultad de tener empleos formales, predomina la economía informal y al inicio de la pandemia, cuando todo cerró, las personas que vendían por las calles se quedaron sin comer. En esos momentos este líder comunitario escribió a Anpecom un mensaje que decía “Tengo hambre”. En ese momento, entre los más cercanos hicimos una pequeña comunión de bienes que luego enviamos a él. Pero desde ese momento sentíamos que teníamos que hacer algo no solo por este líder comunitario, sino por muchas personas. Entonces decidimos hacer una “campaña extraordinaria Covid 19”. Empezó en marzo y después fue posible ayudar a personas de la Amazonia que viven de lo que pescan, personas que perdieron sus empleos de la noche a la mañana.

En octubre tuvimos la campaña ordinaria, la de todos los años. Sinceramente, creimos que las donaciones disminuirían en comparación con lo recolectado en años anteriores. Pero nuestra sorpresa fue que tuvimos una donación incluso mucho más grande y fue posible ayudar a más gente.

¿Qué efecto tiene la ayuda que reciben las personas?

Es un efecto que a veces no alcanzamos a imaginar. Por ejemplo: había una familia que vivía en una casa de cartón. Esta familia fue seleccionada para ser ayudada con lo recabado por Supera y se les otorgó el dinero para construir su casa. El papá de esta familia agarró todo el material que había quedado de su construcción y lo puso a disposición del vecino que también tenía una casa de cartón. Vemos que estas acciones se vuelven como una ola que empieza pero que no sabemos hasta dónde llegará.

Ayudamos también a una chica a hacer la facultad y cuando se graduó, empezó a trabajar y a generar ingresos. Parte de sus ingresos los destina a ayudar el Supera. También hay personas que cuando ya no necesitan la ayuda, escriben para agradecer y decir que afortunadamente ya no necesitan la ayuda. Esto para nosotros es un regalo, porque tantas veces no sabemos cómo las personas van a reaccionar con el dinero que llega, pero se construyen canales y vínculos de relación, tan limpios, tan claros, que tenemos estas respuestas.

¿Cómo dirías que estas iniciativas ayudan a construir un mundo más unido?

Creo que es un acto de coraje cuando salimos de nosotros mismos para ayudar a cualquiera, más aún cuando no sabés quién es la persona a la que estás cuidando. Cuando recibimos donaciones, recibimos el don de una persona que quiere cuidar de otra. Quien dona sabe que el dinero va a ayudar a alguien que lo necesita. Para nosotros que trabajamos en Anpecom también es un acto de coraje salir de nosotros mismos y trabajar gratuitamente por una causa. Pero lo tomamos como un deber y una misión, ayudar a los más pobres.


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