United World Project

Workshop

Reparando las fracturas en la educación: «Necesitamos un equilibrio entre el crecimiento humano, espiritual y profesional»

 
18 julio 2025   |   Italia, Educación,
 
Suor Piera Ruffinatto insieme ad alcune studentesse
Suor Piera Ruffinatto insieme ad alcune studentesse

Presencia, comunidad y confianza en los jóvenes: las claves para una educación con alma. La Hermana Piera Ruffinatto reflexiona sobre el legado salesiano de Don Bosco y el camino indicado por el Papa Francisco.

Entrevistamos a la Hermana Piera Ruffinatto, decana de la Pontificia Facultad de Ciencias de la Educación Auxilium en Roma, la única facultad pontificia confiada a un instituto religioso femenino. Conversamos con ella sobre educación, desde el método preventivo de San Juan Bosco hasta el Pacto Educativo Global promovido por el Papa Francisco. Un diálogo que abordó el núcleo de la crisis educativa, no solo en las escuelas, sino también en términos humanos, sociales y culturales.

¿Hablaría de emergencia, como lo hizo el Papa Francisco, o de urgencia?

Creo que ambos términos son equivalentes. Lo que ambos expresan es el problema subyacente: el sentido mismo de la humanidad se cuestiona hoy en día, también debido al cambio trascendental del que habla el propio Papa Francisco. Por lo tanto, es urgente recuperar lo que nos distingue como personas: las relaciones, los encuentros, la comunidad, la familia.

El Papa Francisco nos dejó el Pacto Mundial por la Educación como legado educativo: una invitación a «trabajar en red» para crecer juntos. ¿Cómo podemos hacer realidad este llamado?

El Papa Francisco quiso iniciar un proceso y, a pesar de la COVID-19, logró que la gente comprendiera que la educación es responsabilidad de todos, no solo de unas pocas personas o instituciones. Algo ha cambiado: nuevas alianzas, colaboraciones, oportunidades de diálogo y aprendizaje, especialmente entre los adultos. El Papa ha señalado el Pacto como una forma de sanar las fracturas: dentro de la familia, dentro de las instituciones, entre generaciones e incluso dentro del individuo, entre el espíritu, la mente y las manos.

Photo by Kenny Eliason - Unsplash
Photo by Kenny Eliason – Unsplash

¿Cuál es la conexión entre este pacto y Don Bosco?

La pedagogía salesiana se basa en el concepto de alianza educativa. El sueño de Don Bosco era crear una «sociedad educadora«, y por ello involucró a todo tipo de personas —ricos y pobres, nobles y burgueses, clérigos y filántropos, pensadores y políticos— para trabajar en la educación de las nuevas generaciones para el futuro de la sociedad.

Don Bosco también ideó el método preventivo, con perspectivas que el Pacto Educativo retoma: el fomento de las relaciones, la confianza en los jóvenes y la comunidad como entorno educativo. ¿Cómo interactúan estos dos horizontes pedagógicos?

Don Bosco y el Papa Francisco comparten una profunda convergencia pedagógica, centrada en la persona, las relaciones y la comunidad. Don Bosco, con su método preventivo basado en la tríada de razón, religión y amor bondadoso, y el Papa Francisco con su pedagogía del encuentro para formar la mente, el corazón y las manos, enfatizan la importancia del entorno educativo y la formación integral de la persona.

Más específicamente, ¿cuál es el método preventivo de Don Bosco?

Un enfoque educativo que contrasta con los sistemas represivos generalizados en el siglo XIX, a menudo caracterizados por la violencia y la imposición, tanto en las escuelas como en las familias. Se basa en una visión positiva de la persona. Los errores no se previenen con el castigo, sino con la bondad, la persuasión, una presencia protectora y la creación de un ambiente comunitario capaz de influir positivamente en el niño y apoyarlo en su crecimiento.

¿El Papa Francisco tuvo una experiencia educativa de este tipo?

A los 11 años, pasó un año en un internado salesiano en Buenos Aires, experimentando un enfoque educativo que formaba a los niños de forma integral, sin que ellos se dieran cuenta: intelectualmente, con estudios orientados al trabajo y la inclusión social, y espiritualmente, con atención a la formación de la conciencia y la solidaridad. También se incluían el juego, el deporte y el teatro. Se fomentaba la sana competencia, vivida cristianamente, capaz de fomentar el desarrollo integral y armonioso del potencial de cada joven.

Don Bosco y el Papa Francisco no son en absoluto distantes.

Tienen enfoques armoniosos para enriquecer cada aspecto de la persona, animándola a desarrollar plenamente sus recursos. El Papa Francisco ha recordado a menudo su experiencia salesiana con gratitud, orgullo y afecto, reafirmando su valor formativo.

Educación significa presencia, escucha y concreción. Para Don Bosco, la prevención coincidía con habitar la vida de los jóvenes: educarlos con presencia y bondad amorosa. ¿Es posible educar así hoy, o nos distraemos con otra cosa?

Don Bosco hablaba de «hogares», no de colegios: comunidades educativas familiares, atentas a la persona y fundadas en relaciones significativas. Su método, arraigado en el Evangelio, valora la bondad amorosa, el estilo familiar, la presencia adulta y el acompañamiento. Prevención significa evitar el mal y promover el bien, formando a los jóvenes fuertes, libres y responsables. Estoy segura de que todo esto es posible hoy, pero hay que desearlo de verdad, escuchando con amor sus necesidades educativas.

Photo by Aaron Burden - Unsplash
Photo by Aaron Burden – Unsplash

Mucha concreción…

Don Bosco era un educador. Su método armoniza diversos elementos pedagógicos que se encarnan a diario en una comunidad educativa de religiosos, laicos, familiares y locales, que cree profundamente en el poder de la educación. Si se practica con convicción, funciona y es relevante porque está profundamente arraigado en la naturaleza humana. No siempre es fácil de implementar, ya que el riesgo siempre es caer en uno de dos extremos.

¿Qué es eso?

El autoritarismo y el laissez-faire, tan extendido hoy en día, según el cual los jóvenes deben crecer solos, con plena autonomía y responsabilidad desde una edad temprana. Pero la educación requiere guía: el niño debe ser guiado según su propio ritmo de desarrollo. Educar es una acción intencional: el adulto debe saber adónde quiere llevar al niño. Esto requiere presencia, autocontrol y la capacidad de gestionar las propias reacciones, incluso cuando se está cansado y estresado. Hoy en día, es fácil perder la paciencia, descuidar las relaciones…

Debemos retomarlo…

Por supuesto. No solo debemos generar hijos biológicamente, sino también vida: cuidarlos, acompañarlos, estar con ellos. Es la actividad más gratificante para un padre o una madre y un docente.

La sociedad evalúa a las personas (y a los jóvenes) por sus resultados. Don Bosco y el Papa Francisco nos invitan a creer en quiénes son, más allá de la lógica del rendimiento. ¿Cómo se puede traducir esta confianza?

Vivimos en una sociedad competitiva y orientada a la eficiencia, lo que dificulta educar respetando el tiempo individual, también cuando hablamos de inclusión. El Papa Francisco denuncia esta contradicción: en el centro está la economía, que exige altas cualificaciones, y los vulnerables se quedan atrás. Obligar a los jóvenes a lograr resultados genera ansiedad, baja autoestima e inseguridad. Las escuelas deben prepararlos para el trabajo, pero sin reducirlos a una mera fuerza laboral. Se necesita un equilibrio entre el crecimiento humano, espiritual y profesional, valorando todos los recursos del joven.

Un ejemplo significativo es el encuentro entre Don Bosco y Michele Magone. ¿Quién era?

Un niño de la calle como tantos hoy. No tenía padre, solo madre, y vivía en la calle. Parecía destinado a perderse, pero Don Bosco vio en él inteligencia, disposición al cambio y sensibilidad. Lo invitó al oratorio y puso en práctica su arte educativo: observar sin juzgar, buscando el «punto accesible a la bondad», que, según él, existe incluso en los jóvenes más desfavorecidos. Don Bosco decía que encontrar ese punto es la primera tarea del educador: aprovecharlo para extraer los recursos que lleva dentro y nutrirlos como talentos.

¿Cómo se desarrolla el camino de Michele?

Crece gradualmente, no de repente. Lo acompaña un entorno sereno y armonioso que lo guía con respeto. Cuando Michele enfrenta una profunda crisis moral, está dispuesto a acoger al «viejo muchacho» para embarcarse en una nueva vida. Sin embargo, Don Bosco no impone el cambio: no fuerza las decisiones, sino que las acompaña con paciencia, esperando el momento oportuno.

Siempre con confianza…

Incondicional en la convicción de que ningún joven está perdido. Esto inspiró a Michele Magone: una visión de lo que existe y lo que se puede lograr. Don Bosco acoge a los jóvenes tal como son, observando su potencial y los ve como pueden ser, apostando por su capacidad de cambio.

El Pacto Educativo de Francisco habla de responsabilidad compartida: nadie educa solo. Pero, en realidad, las familias, las escuelas y las comunidades a menudo parecen frágiles y aisladas. ¿Cómo se puede superar esta brecha?

El Pacto Educativo implica un camino compartido, porque se basa en un acuerdo que se construye y mantiene juntos. Cuando se rompe, se necesita la voluntad de repararlo. No deberíamos pensar que hoy falta por completo: en los colegios salesianos, vemos comunidades educativas donde padres, docentes, alumnos y personal crecen juntos y desarrollan un sentido de pertenencia. El Pacto surge de la conciencia de que la educación nos concierne, que nos «toca». De ahí la disposición a desplegar recursos como un acto de colaboración.

Un poco de esperanza…

El mundo de hoy distrae y fragmenta. Falta tiempo, un ingrediente fundamental para forjar alianzas. Pero si realmente creemos en el valor de este pacto, podemos tomar decisiones prioritarias, incluso en pequeños pasos. Experiencias como esta existen en colegios y parroquias.

Don Bosco nos ayuda con imágenes efectivas. ¿Cuáles?

El de la colmena: muchas abejas con roles diferentes pero complementarios, trabajando en armonía. Es una comunidad viva, trabajadora y satisfecha que sirve a la vida: la «reina», es decir, las nuevas generaciones que se criarán.

¿O?

La cesta tejida con ramas de sauce. Una sola no contiene nada. Entrelazada con otras, forma un contenedor resistente, capaz de soportar un gran peso. Solas, ante los desafíos educativos actuales, poco podemos hacer. Estas imágenes nos recuerdan que la educación requiere una «aldea», como dice el Papa Francisco. Si unimos fuerzas, podemos convertirnos en una comunidad generadora de vida.

En un panorama aún marcado por el liderazgo masculino, una Facultad Pontificia dirigida por mujeres parece revolucionaria. ¿Qué cambia cuando ellas lideran la educación?

La contribución femenina no se opone a la masculina. Una visión de reciprocidad es correcta: ni oposición ni mera complementariedad, sino diversidad que, en conjunto, enriquece a la humanidad. Incluso hoy, es difícil comprender plenamente la riqueza de las contribuciones de las mujeres a la sociedad, la política y el ámbito laboral. En el ámbito educativo, puede ser una gran ventaja porque la perspectiva femenina es generativa: las mujeres, por naturaleza, están orientadas hacia la vida, no solo biológicamente, sino con todo su ser. Poseen una perspectiva capaz de síntesis, de identificar a los más débiles y aliarse con ellos. Una madre, instintivamente, se acerca a su hijo más necesitado. El estilo educativo femenino es inclusivo, capaz de cuidar y proteger, pero también de animar a las mujeres a dejar el nido, a destacarse y afrontar la vida con valentía.

¿Es importante potenciar esta perspectiva mediante el reconocimiento público e institucional?

La Facultad Auxilium es la única confiada a un Instituto femenino entre las universidades pontificias. La Santa Sede la confió al Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, fundado por San Juan Bosco en 1872 para la educación integral de jóvenes de origen popular. Como Facultad, nos fundamos en 1970 con el lema: «Con María, por una cultura de la vida».

¿Cómo se eligió?

Nos inspiramos en María Auxiliadora, guía y guardiana de la vida, quien, junto con San José, dio una familia al Hijo de Dios. Nuestra oferta educativa, basada en valores cristianos, promueve la dignidad de la vida y contribuye, mediante la investigación científica, la enseñanza y la tercera misión, a construir una sociedad más justa y solidaria.


SHARE: