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El trabajo, el dinero, la ética… y una película: los “Cien domingos” de Antonio Albanese

 
28 noviembre 2023   |   Italia, Película,
 

Una película que habla de la responsabilidad del poder en relación con el ciudadano, la nueva, conmovedora y dolorosa película de Antonio Albanese, Cien Domingos, en los cines italianos a partir del 23 de noviembre. Cuenta la historia de un hombre sencillo y honesto, que se confía en su banco y lo pierde todo. A través de su historia, la película reitera la necesidad de la ética, de los valores más nobles como el respeto y el cuidado en el manejo del dinero y todo lo que es el trabajo de cada miembro de una comunidad.

Cien domingos son aquellos en los que un hombre justo, sencillo solía trabajar, para construir una casa, renunciando al descanso y a la armonía de la celebración. Con la esperanza de ofrecer seguridad a sus seres queridos. Ahora este hombre está postrado en la cama de un hospital, luego de una enfermedad que lo afectó. No porque haya trabajado demasiado, sino porque el banco de su zona, en el que otros humildes trabajadores como él habían colocado sus provisiones, los ahorros de toda una vida, ganados con tanto esfuerzo, decidió traicionarlos: romper un pacto comunitario consolidado. Alejar, con la violencia del egoísmo criminal, la confianza entre el poder y el ciudadano.

Este hombre recibe la visita del protagonista de la película: Antonio, interpretado por Antonio Albanese, también director de esta obra seca, esencial y dolorosa, más europea y a su manera universal, que italiana. Antonio siempre ha conocido ese lugar, es su tierra, y aquel paciente desesperado va a visitarlo para entender mejor cuánto hay de verdadero en lo que dicen en el pueblo, es decir, que el banco en la que también él ha depositado sus décadas de sudor, fruto de su labor de tornero, está a punto de quebrar.

A Antonio le encanta mantener en orden las cosas: una mesa, un huerto, los días de su madre anciana. Lo aborda con puntualidad y buen humor, tal como siempre ha hecho su trabajo manual: con gestos precisos, correctos y eficaces. Por eso, en el juego de bolos que practica con los amigos, Antonio sabe calibrar bien sus tiros y conseguir puntos. No quiere subir de nivel: cambiaría sus emociones. Quiere permanecer en sus espacios, los ha sabido interpretar lo mejor que pudo como los que le fueron entregados.

Lleva una vida sencilla, pero la acepta sin lamentarse, sostenido por un sueño que algunos consideran pequeño, pero grande para él: asegurarse de que cuando su única hija decida casarse, le organice una boda bien hecha. Que sea una linda fiesta, verdadera, como padre e hija se la han imaginado siempre, desde cuando ella era niña.

Cuando llega el momento de la boda, este padre va al banco para pedir un préstamo y descubre que la entidad de crédito en la que confiaba le ha traicionado. Aquella roca que en pasado había contribuido a acompañar el crecimiento de todo el territorio, renunció a la fértil alianza entre el grande y el pequeño y ha convertido los ahorros de Antonio, y de otros hombres de bien, en acciones, haciéndolos firmar papeles que creían que eran otros. Los firmaron sin ningún conocimiento de la materia, fueron defraudados, permitiendo efectivamente vaciar sus cuentas.

Antonio tiembla, se tambalea, ya no duerme, acaba en el psicólogo y hasta se siente culpable por lo sucedido. Pierde el paso y cae en un agujero del que ya no puede salir. No existe una comunidad lo suficientemente fuerte como para levantarlo, ni suficiente para reaccionar ante ataques tan sutiles y feroces. Hay gente como Antonio: honesta, limpia, incluso unida, pero demasiado frágil para revertir los hechos. Hay otros que tienen un canal privilegiado de diálogo con los están en el poder: les dijeron que se llevaran el dinero antes de la quiebra. Pero a los pequeños no.

Cien domingos parte de la poesía de los humildes, de la comedia de hombres comunes y corrientes que son todos armoniosos en un espacio habitable, conocido y en cierto modo secular. Un pequeño mundo de relaciones sanas, de juego y de ligereza, ahora puesto en crisis por toro que muerde, que devora escondiéndose. De hecho, la película acelera hasta elevarse hacia la tragedia cuando habla de la enorme responsabilidad de los órganos que mantienen viva a una comunidad y del daño que provoca su distorsión.

Una comunidad es un cuerpo grande, formado por muchas vidas, cada una de las cuales es importante. Po eso la película se centra en el primer plano de uno, el de Antonio, víctima de una época dura, con trampas por todas partes para hombres como él, proclives a confiar, a dar la mano, a dar la palabra. No hace sentir el dolor y la ira, recordándonos lo importan que es una relación de confianza entre el sistema y los individuos, entre el edificio y los ciudadanos, entre los fuertes y los débiles, para construir el futuro.

Cien domingos, presentada en el Festival de Roma (sección Gran Público) y en las salas a partir del 23 de noviembre, muestra las consecuencias del envenenamiento del pozo en una persona que es símbolo de muchos, de lo que sucede cuando se jaquean las sofisticadas herramientas de nuestro tiempo frágil y expuesto a la violencia. Reitera cómo el poder solo se puede vivir como un servicio en el camino que aspira al bien colectivo. Lo cual no es solo en beneficio de los humildes, sino de todos. De toda la comunidad.

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