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«Frágil como todos, feliz como pocos»

 
12 marzo 2024   |   Italia, Teresita de Lisieux,
 

“Frágil como todos, feliz como pocos” es el título que sor Antonella Piccirilli escribió para ayudarnos a descubrir una Teresita de Lisieux inédita.

Es un viaje feliz entre nuestras heridas, nuestros vacíos interiores, nuestras psicosis, que se encuentran con aquellas de Teresita.

Entonces, ¿la imperfección de nuestra fragilidad puede ser la última palabra de nuestras vidas? Teresita intuye la respuesta y la define como un pequeño camino que ella ha recorrido, pero no sola. Es un camino accesible a todos, nos muestra una pista hacia la felicidad plena y posible.

Proponemos una mini temporada hecha de 6 clips, escuchando a esta extraordinaria mujer y santa, que, aunque nunca salió del convento de Lisieux y murió muy joven, de tuberculosis, a los 24 años, en 1897, seguramente todavía hoy puede hablar a nuestra condición humana.

Santa Teresita de Lisieux, tan cercana al hombre contemporáneo y en particular a sus fragilidades y heridas,

Santa Teresa es una santa que vivió en 1800, parece bastante lejana. En realidad cuando la conoces un poco, lees lo que ha escrito y dejas a un lado el lenguaje poético, el 800, la historia, se descubre cuánta sencillez y cuánta fragilidad. Teresa en una muchacha que muere a 24 años, una persona sencilla, frágil, con muchas dificultades. En su experiencia personal hay muchas heridas, un luto muy importante por su madre, muchas pérdidas… y luego enfermedades, y también problemas psicológicos. Todo su ser tan humano, sencillo y frágil unido a una santidad segura y verdadera, la pone muy, muy cerca de nosotros: muchas veces no logramos encontrar indicios de salida a nuestras tinieblas, no sabemos cómo abrirnos paso hacia la luz, cuando estamos envueltos en nosotros mismos, cuando los problemas nos abruman y todo parece tan difícil. En realidad, ella es un testimonio vivo del hecho de que podemos resurgir de nuestras heridas y de que Dios actúa no fuera, no más allá de nosotros, sino dentro de nuestras heridas. Pero hay que saber aceptarlo, hay que saber entrar en esta vulnerabilidad, en esta fragilidad.

Quizás fue un poco “mal contada”, interpretada a menudo mediante una lectura sentimental y moralista.

Por ejemplo, cuando consideramos sus escritos y todo lo que se ha creado en torno a su figura, a su santidad, tenemos dificultades. Incluso cuando era muy joven me costaba leer sus escritos y luego ver cómo la trataban y cómo con frecuencia, lamentablemente, se trata hoy: a menudo se exagera o también se minimiza, pero no se ve la profundidad de esta humanidad, la profundidad y la grandeza de lo que es su mensaje dentro de esta fragilidad. Ella no es una santa de las cosas fáciles, no es una santa de rosas y flores. Aunque ella misma diga: «Haré el bien en la tierra y en el cielo quiero esparcir flores», no se comprende bien qué significa “esparcir flores”. Para ella “esparcir flores” es darlo todo sin conservar nada para sí. Y, por tanto, esta figura suya hay que llevarla a su verdad, para no ser disminuida o, incluso en algunos casos, exagerarla en el enfoque.

Teresita: los trastornos mentales y alimentarios, la difícil relación con su cuerpo.

Recientemente encontré un grupo de jóvenes, algunos de los cuales tenían problemáticas, unos de tipo psicológico, o situaciones de abuso. Bueno, estos chicos querían ver en profundidad la figura de Santa Teresa de Lisieux. Teresa llega a todos, llega especialmente a las mujeres, porque su experiencia pasó por muchas dificultades: desde el punto de vista psicológico, por ejemplo tuvo momentos de neurosis, hubo un momento en el que estuvo enferma y tuvo miedo de volverse loca, o que tuviera una herencia psicológica, psiquiátrica.

En cambio, después todo se resolvió en una experiencia de gran confidencia, de gran confianza en Dios, pero esta fragilidad psicofísica la acompañó durante toda su vida. Teresa no es una persona perfectamente integrada, perfecta, madura, sin dificultades. No. Por ejemplo, he notado que ella tenía fobias, hasta el final de su vida tuvo miedo de la oscuridad, de las arañas, lo que es signo de una experiencia psicológica no suficientemente profunda, o no aceptó completamente su propio cuerpo. Cuando estaba devastada por la tuberculosis, hacia el final de su vida, llegó a decir: «Desde niña mi cuerpo me molestaba, me avergonzaba».

Tiene una experiencia difícil con su cuerpo y también en relación con la comida. Dice: «No entiendo por qué cuando quieres hablar con amigos tienes que invitarlos a almorzar, (…) ¿por qué sentarse a comer? Si Jesús, María y José no hubieran comido, yo no lo habría hecho, lo hago por amor a ellos». Como ves la dificultad de Teresita es real y la acompañará durante toda su vida. Pero hay un secreto en esto: ella no es una niña que se hunde en sus heridas, no es una persona que se compadece de sí misma, no es una persona que se encierra en sí misma, es una persona que encuentra un camino hacia una solución fantástica, hermosa que lamentablemente en nuestra experiencia olvidamos un poco. En Teresa emerge una identidad interna: la belleza de no estar sola, de estar acompañada en la vida por una Presencia que vive en nosotros.

Confianza. Teresa tiene una gran capacidad de resiliencia y grandes intuiciones.

Hay una respuesta de Teresa no solo para los chicos que conocí, sino para todos los jóvenes, para todas las personas que se acercan a ella: hay en ella una gran resiliencia, una gran capacidad de confiar, de encontrar un centro interior.

Teresa siente esta presencia interior, la llama Dios, la llama Jesús en particular. Jesús está muy presente en su vida, ella se fía y se confía a Jesús de forma muy fuerte, tan fuerte, que logra vivir con felicidad todas sus fragilidades, por esto es feliz como pocos, aun si tan frágil como todos.

Un binomio perfecto para su experiencia interior que también nos transmite a nosotros.

Entonces, ¿cómo era la joven Teresa?

Hasta los 14-15 años, Teresa fue una niña que se sentía cómoda en casa y vivía dentro de la “concha” de su familia. Aunque si la madre muere cuando ella tenía 4 años.

Teresa es una gran soñadora, sueña la gloria, la felicidad y siendo cristiana, sueña llegar a ser una gran santa, pero hay que tener presente que a los 11 años todavía no sabe peinar sus largos cabellos rubios, que no sabe organizar su habitación y muchas otras pequeñas cosas. Me hace pensar a muchos queridos adolescentes que están en pantuflas delante de la televisión o delante de su computadora. ¿Cómo logró Teresa salir de este círculo centrado en ella misma?

¿Buscó un sentido, un objetivo? Teresa logró descentralizar su presencia, salir de su propio horizonte y dejar la puerta abierta al otro.

Fue la alteridad la que salvó a Teresa.

La alteridad de las personas que tenía a su alrededor, pero también el Otro y ese Otro que vive dentro de mí, ese Otro que es Jesús para Teresa. Este encuentro, porque ella precisamente habla de encuentro, la noche de Navidad, este encuentro le dará la posibilidad de salir de su concha, de sacar de su experiencia todas las fragilidades que la estaban hundiendo. Esta descentralización la ayudó no solo a arreglárselas con su vida, sino a vivirla plenamente.

Una feliz imperfección. El famoso pequeño camino

En mi opinión, el drama del hombre y de la mujer de hoy, comienza cuando queremos ser perfectos. Teresa de Lisieux nos da una pista para caminar dentro de una feliz imperfección: en su caso, hasta el final de su vida no fue una mujer perfecta, no llegó nunca a la perfección de su identidad humana y femenina. Pero es una gran santa ¿Por qué? Porque se fio. Entonces cuando ella habla del pequeño camino, nos muestra un camino pequeño, breve, muy sencillo. Era un camino de confianza y de amor. Como cuando niña, Teresa hizo esta experiencia con su padre, como cuando un niño toma de la mano al padre y camina mirando las estrellas. Se confía en el padre, porque si tuviera que confiar solo en sí mismo miraría el suelo, o mirando las estrellas, caería.

Y por tanto lograr caminar de noche, mirando las estrellas, de la mano de un Padre, te da la posibilidad de superar todas tus imperfecciones, los obstáculos del camino e ir derecho a ver las cosas más bellas, las más profundas, las más desafiantes. Y lo que, con una imagen, podamos decir del pequeño camino de Teresa.

Teresa vive sus dificultades sin preocuparse por solucionarlas.

El Papa Francisco le dedicó una exhortación apostólica en octubre de 2023.

El habla del abandono cotidiano en los párrafos 23 y 24: “La confianza que Teresita promueve no debe entenderse sólo en referencia a la propia santificación y salvación. Tiene un sentido integral, que abraza la totalidad de la existencia concreta y se aplica a nuestra vida entera, donde muchas veces nos abruman los temores, el deseo de seguridades humanas, la necesidad de tener todo bajo nuestro control”.

La confianza no es sólo una pequeña experiencia de superación personal, sino que es una experiencia global, una experiencia que lo abarca todo y que también disuelve el miedo en la vida cotidiana: no confiar en los demás, calcular, intentar comprender, entender dónde termina nuestra vida, cómo termina esa amistad, cómo voy a resolver esa desilusión. El abandono, la confianza presente en el caminito que nos enseña Teresa de Lisieux, nos ayuda a disolver las preocupaciones sobre el futuro. Esos miedos, como dice el Papa Francisco, que quitan la paz, porque a veces el miedo quita la paz del presente.


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