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Todo pide salvación, todo pide gentileza

 
11 diciembre 2020   |   , ,
 
Roma, 09 06 2020 Camera di Commercio di Roma, Sala del Tempio di Adriano. Annuncio finalisti Premio Strega 2020. La sestina: Gianrico Carofiglio, Gian Arturo Ferrari, Daniele Mencarelli, Valeria Parrella, Sandro Veronesi e Jonathan Bazzi ©Musacchio, Ianniello & Pasqualini

¿Qué significa cuidado para Daniele Mencarelli? El escritor, “Premio Strega Giovani” 2020, nos cuenta la importancia de la bondad y del cuidado en las relaciones, en un mundo y en un tiempo donde el otro «es siempre una posibilidad para mí».

Daniel Mencarelli es un río en crecida. Ya sea con los hijos, con sus lectores al final de una presentación de libros, en el supermercado o en el teclado de su computador, Daniele es siempre igual a sí mismo: simple, normal, uno con los pies sobre la tierra, uno que, precisamente por haber sufrido mucho, busca la vida en cada rincón de la casa, de cada mirada y parpadeo que le llaman la atención.

Daniele nació en Roma en 1974: es joven pero ya se le conoce especialmente en Italia como un escritor entre los más prolíferos e interesantes del panorama literario. Debutó como poeta, y poeta permanece, y continua como escritor de novelas: su “La casa de las miradas” (Mondadori,2018) es la historia de una resurrección que atraviesa un dolor acudo sin descanso; ha fascinado a miles de jóvenes, así como a los jurados de algunos importantes premios literarios italianos [1]

Durante la cuarentena, gracias a sus libros, a través de la web conoció a cientos de jóvenes. Escribo “libros” al plural, porque mientras tanto llegó el segundo volumen, “Tutto chiede salvezza”  (Todo pide salvación) (Mondatori 2020) que en el 2020 ganó la sección juvenil del más prestigioso premio literario italiano: el Premio Strega[2]

Lo encuentro concentrado escribiendo su tercera novela que probablemente verá la luz a finales del 2021. «Estoy escribiendo, pero esta tercera novela es algo diferente: antes mantenía la concentración, pero con las diferentes actividades, los hijos, la familia, también había ocasiones de distracción y de “vida” que daban a la escritura otro punto de vista. Ahora con el encierro, la única distracción que me quedó es la del supermercado y en un cierto sentido me siento “devorado” nuevamente por esta historia que, en resumen, es la mía, novelesca, pero la mía».

Hablaremos de “cuidado” y amabilidad con Daniele, comenzando precisamente de sus libros.

Estás en la tercera novela de lo que llamas “trilogía literaria” detrás de tu vida ¿en qué sentido?

«Porque la primera novela, “La casa degli sguardi” (La casa de las miradas) está ambientada en 1999, la segunda, “Tutto chiede salvezza” (Todo pide salvación) está ambientada en 1994, la tercera que todavía tiene que ver la luz estará ambientada en 1991, cuando tenía 17 años y decidí hacer un viaje a pie para “volver a casa” desde Misano Adriático (ciudad en el norte de Italia) hasta los Castillos Romanos; más de 400 kilómetros a pie, solo y sin un céntimo. Una locura, pero ¡lo hice de verdad!».

¿Por qué decidiste hacer este viaje?

Ese verano, estaba con unos amigos de vacaciones en Misano Adriático. Después de una noche en Cocoricó, una de las discotecas más famosas de la zona, sentí que ya no tenía nada que ver con esa gente y esos amigos. Decidí irme, “volver a casa” en tantos sentidos. Tenía 17 años, pero las ideas las tenía claras. Quería irme solo y me fui».

Ese viaje te hizo hacer una de las primeras experiencias de “cuidado” de ti mismo, de las que has hecho….

«Es cierto, conocí a muchas personas en aquellas semanas: quien me hospedó, quien me dio de comer, quien quería llevarme a un tren y pagármelo: aun sin conocerme estas personas querían hacerse cargo de mí e hice la experiencia más bella porque son muchos hombres y mujeres que me han enseñado como los demás son muy semejantes a nosotros; las personas no son monolíticas en su bondad o en su maldad, pero tenemos la posibilidad de pasar de una modalidad a la otra gracias a la relación que se instaura con el prójimo. Si cada uno de nosotros se acercara al otro partiendo de la bondad que el otro está dispuesto a ofrecer, casi sin darnos cuenta, le daríamos a éste otro, la oportunidad de sacar lo mejor de sí mismo. Durante ese verano, algunas personas se sorprendieron por la ayuda que me brindaron, por el bien que eran capaces de generar».

¿Todo salió bien?

«El punto focal fue el deseo por la casa, que luego las personas que conocí apoyaron contribuyeron a hacérmelo sentir. Yo también arriesgué físicamente, me enfermé, me robaron, un accidente… en la medida que me acercaba a casa parecía alejarme siempre más, pero al final llegué».

¿Por qué la relación con el otro es tan fundamental en todos tus libros?

«Porque he querido ofrecer mi experiencia de educación sentimental que pasó a través de personas que introdujeron en mi vida pequeñas y grandes revoluciones, concretas y totales, y de vez en cuando mi vida ha sido derribada y reconstruida. He querido ofrecer mis encuentros con los demás como una forma de gratitud, para decirles “gracias” a estas personas. Después de todo, un escritor no escribe solo para sí, sino que es un hombre que escribe para otro, para quien no puede hacerlo, para quien no tiene voz. Por tanto, existe la esperanza que mis encuentros se conviertan también en encuentros para otra persona. Esta es la máxima riqueza, la forma de “cuidado” que también yo propongo a los muchachos que me siguen».

Cuidado y amabilidad. Hemos celebrado la Jornada Mundial de la Amabilidad hace unas semanas….

«Es un tema delicado porque la amabilidad que quiere mostrar un tono, una gracia, no tiene ningún valor. Don Bosco solía decir: “Que nadie se vaya de aquí descontento”, y cuando escuché esta frase por primera vez, comprendí que la idea de hacer feliz a una persona que puede tener un motivo de infelicidad, la idea que yo pueda estar disponible para ella, es un desafío inmenso, bellísimo, verdadero. Ninguno de nosotros sabe por dónde pasará la prueba para sí mismo y para los demás, pero cada uno de nosotros puede decir “gracias a mí, hoy alguien puede ser menos infeliz”. Para mí es lo máximo, porque la felicidad más grande que un ser humano puede probar es donarla. Pero es un arte que nunca dejas de aprender, afinando el carácter, dejándose trabajar por la vida que está hecha sobre todo de relaciones. La gentileza verdadera es esta».

¿Tu, cómo estás aprendiendo?

«Yo aprendo comenzando cada vez de las pequeñas cosas: las pequeñas atenciones, la escucha, consciente que puede haber errores, momentos de cansancio, pero habiendo probado esta falta de “cuidado” sobre mí mismo, siempre digo que tenemos que darnos cuenta que no sabemos lo que está pasando la otra persona que tenemos delante, y a veces aquella desatención, aquella prisa, aquella palabra mal dicha o en el momento equivocado, puede ser devastadora».

En “Todo pide salvación” esto es lo que viene en evidencia…

«Sí, ahí cuento una experiencia muy fuerte que viví durante los mundiales de futbol del verano de 1994: una semana en el hospital, en tratamiento médico obligatorio donde fui a parar por mi debilidad. Allí aprendí que devolver una sonrisa, recibirla, cambia la economía de la jornada. Las mías, todavía hoy están marcadas por estos gestos que estoy aprendiendo a valorar cada vez más».

¿Todo pide salvación… todo pide gentileza?

Bueno, un poco sí, en el fondo la gentileza verdadera es cuidar a los demás partiendo del cruce de miradas. Y de la voluntad. No importa lo que hagas, es cómo lo haces lo que “cambia” toda la vida. Hay lugares y situaciones minúsculas que dan grandes posibilidades a la existencia, también la fila en el supermercado revela quién eres según como te comportes con quien tienes cerca; si pones el olfato en esto llegan las sorpresas, esperadas e inéditas. Nuestra batalla cotidiana se juega toda ahí, lo importante es no dejarse sorprender por estas pequeñas oportunidades que hacen grandiosa una vida entera».

[1]  Premio Volponi, Premio Severino Cesari opera prima, Premio John Fante opera prima.

[2]   El Premio Strega es el más prestigioso premio literario italiano, asignado anualmente al autor o autora de un libro publicado en Italia, entre el 1° de marzo del año precedente y el 28 de febrero de corriente año. El premio tiene una fama consolidada también en el resto del mundo. El Premio Strega “jóvenes” es asignado por un jurado de más de quinientos muchachos de escuelas secundarias superiores distribuidas en Italia y al exterior, con el objetivo de difundir la narrativa italiana contemporánea a público de los adultos jóvenes.


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