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La Danza, cuando rima con unidad y fraternidad | Parte 1

 
16 febrero 2024   |   Italia, Arte, DanceLab Armonia
 

Encuentro con Antonella Lombardo, fundadora del Lad (Laboratorio Académico Danza) del DanceLabArmonia y de la marcha Armonía de la paz. Incansable usuaria del arte para construir la fraternidad, la unidad y la paz.

Antonella Lombardo comenzó a estudiar danza desde niña. Continuó en la Academia de Danza de Roma y realizó cursos en París, La Sorbona y Cannes. Se casó a los 25 años, interrumpiendo su carrera como bailarina y dedicándose a la docencia. Construyó en 1984 un extraordinario Centro de Arte, lleno de humanidad, en Montecatini, en Toscana (Italia). Se llama Laboratorio Académico Danza: el LAD, que ha sido el inicio de una gran historia. La visitamos para que nos contara una aventura iniciada hace 40 años.

Nuestro trabajo nació para crear un punto de encuentro para los jóvenes. Para ofrecerles un lugar donde puedan experimentar el arte en sus distintas disciplinas, con positividad y muchos estímulos. Una escuela que desde hace 40 años ha conocido miles de muchachos.

¿Qué recuerdos tienes de sus inicios?

Muchos, pero recuerdo también una inquietud creciente, porque no era fácil comunicar la verdadera esencia del arte.

¿Por qué?

No me ayudaban los medios ni los talentos que surgían en ese momento: los chicos se apuntaban porque querían participar a aquellos programas buscando el éxito personal, la visibilidad. Esto me hacía sufrir.

Y luego ¿qué pasó?

Entre 2003 y 2004 me llamaron para un espectáculo destinado a un grupo de jóvenes en Asís. Ahí encontré al profesor Massimo Toschi, una persona discapacitada en silla de ruedas, en ese entonces era asesor en la región Toscana. Me preguntó si tenía algún sueño. Fue un momento muy importante. Estaba recorriendo diferentes lugares del mundo para colaborar por guerras o problemas sociales. Se estaba comprometiendo a llevar soluciones políticas. Su corazón latía al unísono con el de los que encontraba.

 

¿Qué le dijiste?

Le hablé del sueño que muchachos de todas las naciones pudieran exhibirse en un escenario para testimoniar el arte como instrumento de unidad entre los pueblos. Quedó impresionado. Me quiso ayudar y me pidió que escribiera un proyecto.

Lo hiciste…

Y comenzó la aventura de la Asociación Cultural “DanceLabArmonía”: expresión del Laboratorio Académico Danza para ofrecer el verdadero sentido del arte a los jóvenes que se encuentran con la danza.

¿Qué resultado tuvo esta iniciativa?

El proyecto se puso en común con muchísimos jóvenes. Finalmente pudieron experimentar el significado primario y más elevado del arte. No eran más mis palabras las que tenían que explicar que el arte no se hace solo para salir en la TV. Encontré en una exalumna, Elisa, una aliada, y a pesar de la diferencia de edades siempre ha estado a mi lado.

¿Cómo se ha desarrollado el trabajo a lo largo del tiempo?

A través de tres caminos: uno para los jóvenes a través de un campus internacional gratuito, en el que durante 12 – 15 días al año, en mi escuela, los chicos estudian y viven juntos. En 2022 llegamos al 9° y ahora estamos tratando de realizar el 10°.

¿De dónde vienen los chicos?

España, Bosnia, Líbano, Egipto, Argentina, Palestina e Italia. También de zonas en guerra. De esta manera pueden conocer a compañeros con problemas mayores que los propios y experimentar el poder del arte.

¿El segundo sendero?

Un festival internacional que ha llegado a la 19ª edición en el que participan los municipios de Valdinievole (incluido Montecatini Terme) en la provincia de Pistoia. Son veladas artístico-culturales en las que las personas pueden compartir sobre la temática identificada cada año.

¿Ejemplos?

Dolor en los Pueblos, Esperanza sobre el Miedo, Conocerse para no tener miedo, Arte como educación para la paz.

El objetivo no cambia:

Testimoniar el arte como instrumento universal de armonía entre los pueblos.

¿Cuánto han sido importantes las instituciones?

Hemos logrado construir un Protocolo de Entendimiento con la región Toscana en la que incluimos a las jurisdicciones de Asís, Palermo y Florencia. El protocolo nos ayuda no tanto económicamente sino con el patrocinio. Cada jurisdicción puede realizar una velada del Festival según sus propias posibilidades y lo que considere más útil para el territorio. Las escuelas también entran en el Festival y de aquí nació en 2012, la “Marcha por la paz”, requerida inicialmente por las instituciones y transformada luego en un curso de formación a la paz en las escuelas.

¿Cuándo se realiza?

El 4 de octubre, involucrando escuelas de todo tipo y todos los niveles de nuestro territorio.

¿A quien está dirigida?

A más de 1500 muchachos que van de un municipio al otro. Luego, durante el año, junto con los docentes, realizan actividades para ser constructores de paz.

Un trabajo constante

¡Cotidiano! Podemos llegar a ser constructores de paz con el compañero de clase, en la familia, con los amigos.

¿De ahí el nacimiento del tercer camino?

Durante la pandemia, la marcha y el trabajo en torno a ella, por necesidad, se abrieron a lo virtual: envié videos de un minuto desde las escuelas sobre el tema de la paz.

¿La dificultad se transformó en recurso?

El cambio provocó el encuentro con escuelas de otras partes del mundo. Ya no solo en nuestro territorio. Además los docentes nos explican que a través de esta idea logran conocer mejor a los alumnos: en los videos y en la programación hablan de sus experiencias, se conocen mejor. La caminata virtual está en constante crecimiento.

¿Estas tres pistas los han llevado a todo el mundo?

Con la asociación Lad y Dancelab Armonía realizamos espectáculos en Budapest (con 25 mil jóvenes provenientes de varias partes del mundo para el GenFest), en Manila y en Marsella, donde se encontraron 4000 jóvenes de escuelas musulmanas y cristianas.

En un cierto momento, la complejidad de Medio Oriente.

También a través de Massimo Toschi, en 2006 fui a Jerusalén para hablar con un fraile menos: el padre Ibrahim Faltas, ahora vicario de la custodia de Tierra Santa. Me tenía que ayudar con visas para mandar israelíes y palestinos a nuestro campus internacional en Italia. Era el primer campus que organizábamos en Italia. Llegué a Jerusalén muy emocionada.

¿Qué le dijiste?

Le hablé del proyecto del campus con muchachos provenientes de varias partes del mundo, para desarrollar una idea de danza funcional a la unidad entre los pueblos. Volviendo a casa, tendrían que continuar la experiencia de la unidad. Era un sueño muy grande. Le pregunté por la posibilidad de que jóvenes israelíes y palestinos pudieran venir a Italia a mi escuela en Montecatini Terme. Sabemos muy bien, ahora más aún, lo difícil que es la realidad entre estos pueblos. Sin embargo, ya entonces la situación era bastante acalorada (ya había tenido lugar la segunda Intifada).

Lee la segunda parte AQUÍ.


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