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Castro, la economía, la santidad y el valor del perdón

 
13 junio 2023   |   , #daretocare,
 

El camino de Castro Chacussanga al descubrimiento de sí, atravesando el dolor y el perdón. Un viaje contado durante el evento de apertura de la Semana Mundo Unido en la ciudadela de Loppiano.

«Quisiera contarles la historia de un muchacho nacido en Angola en 1993, en un contexto de guerra. Porque su país había tenido las elecciones por primera vez y había quien no aceptaba el resultado de estas elecciones, diciendo que no habían sido libres, justas ni transparentes» Así, Castro Chacassanga comenzaba su narración el 1° de mayo pasado, desde el palco del Auditórium de Loppiano, durante la transmisión en directa que inauguraba la Semana Mundo Unido. «La guerra terminó cuando este muchacho tenía 9 años. A 15 años, su papá fue envenenado y muere a solo 45 años, porque alguien quería tomar su lugar como responsable en la oficina del Ministerio de Finanzas del territorio». Mientras la narración continúa, la verdad emerge poco a poco, y una onda de conmoción envuelve al público que asiste al programa: Castro no es un actor, es el muchacho del que el mismo está hablando. Sentado en el piso, bajo el palco, continua la historia de los trágicos acontecimientos de los que la familia fue víctima, después de la muerte del padre, la madre que sola se encuentra a tener que cuidar de 9 hijos; las persecuciones del tribunal y el proceso necesario para defender sus derechos; la fuerte depresión que sufre la mujer después de la victoria del proceso, pero que le garantiza un futuro para los hijos; su muerte, hace solo 10 años; la dificultad de crecer y estudiar, superando los obstáculos de la burocracia y de cierta corrupción.

Encontrándolo afuera del Auditórium de la ciudadela, a la luz del sol, Castro Chacussanga impresiona por la seguridad de su paso y la dulzura serena de su sonrisa. Nada formal, agregado por cortesía, sino algo verdadero y natural que brota desde adentro.  Tal vez a partir de esa elección de perdonar a las personas que persiguieron a su familia, hecha muchos años atrás y que él y sus hermanos siguen renovando cada año: «En diciembre, en los días del aniversario de la muerte de nuestros padres, antes de Navidad, nos encontramos y renovamos juntos un pacto de perdón. Pedimos que Jesús renazca en nuestros corazones y que estos sean un lugar apropiado para su nacimiento».

Hoy tiene treinta años, vive en Loppiano desde hace un poco más de un año y es economista. En la ciudadela asistió a la escuela de formación de focolarinos. «Nací en una familia cristiana que nos enseñó a poner a Dios en el primer lugar. Y estoy seguro de que esta elección me ha salvado la vida», confiesa. Y añade: «Conocí la espiritualidad de Chiara Lubich cuando tenía unos 15 años. Ella nos proponía ser una generación de santos. He sentido que era algo que podía vivir, pero junto con los amigos con quienes compartía esta experiencia».

En Castro, la llamada a la santidad está íntimamente vinculada a su vocación por la economía. «En mi país de origen -cuenta- es muy común encontrar situaciones de dolor. Y delante a estas situaciones cada uno siente el deseo de hacer algo. Esta es una de las razones que me hizo elegir estudiar economía. Sentía que podía ser una medicina para los problemas sociales que mi país está viviendo. Hoy soy un economista, pero no de una economía cualquiera, sino de la “Economía de Francisco”. Es decir, una economía que pone al hombre al centro y, especialmente a los más pobres».

En su camino de crecimiento, explica, no han faltado los momentos de oscuridad: «De esos que te llevan a pensar que todo “comenzaba en mí y terminaba en mí”: en los que primó una visión egocéntrica del mundo, que me hizo convertir en un esclavo de mí mismo y perder la paz. O, como la pandemia, durante la cual, sin embargo, también redescubrí la esperanza, el sentido de Dios y de mi fe».

A pesar de todas las dificultades, dolores y penalidades que vivió, Castro dice que sintió, en cierto momento, el deseo de entregar su vida a Dios. «Y a los hermanos y hermanas que encuentro todos los días de mi vida -precisa-. Se realiza así el significado de mi nombre “Chacussanga” que significa: Dios te ha encontrado».

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