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El cuidado de las relaciones y el cuidado de la creación

 
1 septiembre 2020   |   , ,
 

Entrevista a Giorgio Vacchiano en ocasión de la Jornada para el cuidado de la Creación.

El martes 1 de septiembre, en Italia y en algunas partes del mundo se celebra, la Jornada Nacional por el Cuidado de la Creación. Es una iniciativa de la Iglesia italiana, en sintonía con otras comunidades eclesiales europeas, que consiste en una jornada anual dedicada a reafirmar la importancia, también para la fe, del “cuidado” de nuestra casa común, la Tierra: de hecho, a su salud, está unida también aquella de nuestras relaciones, con todo lo que sigue en términos de justicia, paz, solidaridad entre las generaciones y pueblos. Y, como nos cuenta Giorgio Vacchiano, tal vez, también es cierto lo contrario: de la calidad de nuestras relaciones puede depender la calidad del entorno en el que vivimos.

Giorgio Vacchiano, de 40 años, es investigador y docente de gestión y planificación forestal en la universidad Estatal de Milán. Trabaja para entender cómo los árboles y los bosques responden al “cambio climático”, cómo cambian los beneficios que brindan a la humanidad, para gestionarlos de forma sostenible asegurando su conservación, resiliencia y capacidad para contrarrestar la actual crisis climática. Por su investigación, en el 2018 fue nombrado por la revista Nature como uno de los 11 científicos emergentes del mundo que «están dejando huella en la ciencia». Es miembro de la sociedad italiana de Selvicultura y Ecología Forestal (SISEF), de la que coordina el grupo de trabajo sobre la comunicación y de la Ecological Society of America (ESA – Sociedad Ecológica de América). Es autor de “La resiliencia del bosque” (Mondadori, 2019).

¿Cómo nació tu amor por la naturaleza?

«El amor por la naturaleza parte realmente de la montaña, porque yendo allí desde pequeño es un ambiente que aprendí a conocer muy bien y donde me siento como en casa. Los Alpes acogieron mis veranos, con sueños y deseos. Lo de la montaña siempre ha sido una pasión, también porque mis padres me transmitieron mucha curiosidad por el funcionamiento del mundo natural, así que a la hora de decidir lo que quería estudiar pensé en Ciencias Forestales. Mi profesor de ciencias de ese momento, me hico entender que la naturaleza, además de conocerla puede ser bien gestionada, hay que entender qué rumbo darle para el bien de la sociedad».

La importancia de la relación hombre-ambiente, naturaleza-sociedad, no es nueva…

«Ciertamente no es nueva, pero tiene su propio desarrollo. Hay una dimensión de contemplación de belleza que expresa la naturaleza, y no necesita explicación. Pero también hay algo más fuerte entre nosotros y la naturaleza, que la actualidad de estos tiempos demuestra muy bien, lo estoy convirtiendo en el mensaje principal de mi investigación: la crisis climática, social y sanitaria en la que hemos terminado, pone en evidencia, esta conexión de una relación apropiada entre nosotros y el planeta».

¿En qué situación nos encontramos hoy?

En mi opinión, el punto focal es este: hay algunas crisis que aparentemente parecen separadas pero que tienen la misma raíz y están íntimamente unidas, es decir que expresan lo mismo: sin lugar a dudas, la más urgente ahora es la crisis sanitaria, que no es algo extraño para quien habla de ambiente y clima, porque son muchísimas las causas que contribuyen a la transmisión de pandemias de los animales al hombre y, la forma de cómo tratamos y conservamos los ecosistemas, especialmente los bosques vírgenes, incide muchísimo en este proceso. Está comprobado que la degradación de los bosques primarios hace más probable la transmisión de bacterias y virus de los animales al hombre. Hay también una crisis climática que está poniendo en serio peligro también el Occidente. Hasta hace unos años nos parecía algo lejano, incluso para las generaciones futuras: ahora también están llegando a Europa olas de calor, aluviones, sequías, tempestades. De consecuencia, estalló otra crisis: la social; en los Estados Unidos, el contacto entre estas tres crisis ha sido más fuerte, pensemos sólo al movimiento Black Lives Matter, al surgimiento de la injusticia racial, social y económica que estas personas viven y que es absolutamente también una injusticia ambiental y climática, porque son personas que tienen una probabilidad enorme de vivir en zonas contaminadas, donde los efectos de los cambios climáticos son más severos y graves; generalmente estas personas también sufren tasas de muerte por Covid, 10 o 20 veces más altas que las poblaciones blancas, y estos son datos que deberían hacernos pensar, porque son un ejemplo que muestra muy bien cuánto todo está relacionado».

¿Pero en estos años realmente no ha cambiado nada?

«La conciencia ha aumentado, y es interesante haber llegado a este punto, porque entendemos que los temas fundamentales para la humanidad hoy tienen que ver con el medio ambiente no como algo que podemos abordar sólo por una pasión, o porque podríamos ser particularmente sensibles a estos temas. La naturaleza no puede entenderse más como algo totalmente ajeno a nosotros, al hombre, sino que es algo que se refleja de manera extremadamente fuerte en la humanidad, en la calidad de vida, en la supervivencia, en la felicidad, en nuestras condiciones sanitarias: del primero, segundo, tercero y del cuarto mundo, juntos».

¿Quiere decir que la crisis ambiental y climática puede afectar también nuestras relaciones?

«Son el espejo el uno del otro, es difícil entender cuál es la causa y cuál es el efecto… instintivamente diría lo contrario: es decir. El sistema de relaciones entre nosotros es el que puede incidir en el bien o en el mal en la calidad del ambiente. Entre más nos apasionemos por las relaciones fraternas, más podremos comprender las consecuencias negativas sobre la crisis climática, sobre la crisis de la biodiversidad, y estamos más dispuestos a solucionarlas, porque la salud de las ballenas o de cualquier otra planta perdida en Australia ya no es salud y sobrevivencia de los seres humanos que nos importan, debido a esas relaciones antes mencionadas. Si tenemos un “faro” que es una relación sana con los de nuestra misma especie, esta es una leva para entender que cada una de nuestras acciones tienen consecuencias no sólo en los ecosistemas, sino, a través de ellos, también en otros seres humanos. Es un hecho inevitable».

Las relaciones pueden empeorar en tiempos de crisis.

«Por supuesto, y lo estamos viendo, por ejemplo, entre los Estados, con la crisis provocada por el Covid-19 todos han tendido a solucionar sus propios problemas relacionados con los contagios, pero está faltando una coordinación a nivel más alto que habría permitido obtener otros resultados. Hay una tendencia a encerrarse en el propio interior que no es positivo. Lo mismo sucede con la crisis climática: Tenemos las soluciones tecnológicas para descarbonizar nuestra economía y pasar a fondos de energía totalmente renovables. No es un problema de investigación, no es un problema de conocimiento, es un problema de cooperación, porque falta una conciencia planetaria que lleve a desarrollar algo nuevo».

Otro aspecto vinculado a la crisis ambiental son las migraciones…

«Con el empeoramiento de las condiciones del clima, las condiciones de vida para muchísimas personas, en algunas áreas del planeta, se han vuelto insostenibles, obligando a pueblos enteros a desplazarse: el conflicto sirio, por ejemplo, ha tenido causas políticas, sociales y económicas, pero también un componente climático, porque la gran sequía que afectó a Siria entre el 2011-2012, empujó a muchos agricultores y familias que habitaban en áreas rurales, a dejar de cultivar la tierra porque no podían hacerlo (con una pérdida, en términos de cuidado de la biodiversidad, cuidado del suelo, etc.). Todas estas personas se transfirieron a la ciudad, cambiando los equilibrios sociales, sin quererlo, se convirtieron ellos mismos en un factor de inestabilidad para lo que sucedió a continuación. La crisis siria ha causado entre 5 y 6 millones de refugiados, la mayor parte están en Líbano y los otros en Europa. Las previsiones de la ONU hablan de 400 millones de refugiados climáticos a nivel mundial para fines del siglo. Las migraciones son un fenómeno inherente al hombre, pero no estamos equipados para responder a la altísima velocidad con la que cambian los fenómenos climáticos y migratorios que se modifican en muy corto tiempo; todo esto nos toma desprevenidos».

Dame algún ejemplo….

«Una ciudad como Miami, se verá amenazada en pocas décadas, por la subida del nivel del mar, y es una ciudad que no se puede reconstruir fácilmente en otro lugar; es nuestra adaptabilidad la que está en crisis porque últimamente nos hemos desarrollado en un clima inestable, es decir, hemos salido de esos parámetros climáticos que han caracterizado el desarrollo de la civilización humana como nosotros la conocemos, desde el Neolítico en adelante. Hace más calor hoy que en los últimos 10.000 años, hay tempestades, fenómenos siempre más intensos, nuestra sociedad se encuentra habitando un planeta que no reconoce, es como si acabáramos de aterrizar en Marte y nos debemos readaptar».

Cuando se piensa en el ambiente, en el cuidado de la Creación, la tentación es pensar que los temas conciernen siempre a otros.

«La tentación es pensar siempre que los temas ambientales tienen que ver con los políticos y nosotros podemos hacer poco, hacemos “otra cosa”, lo pequeño de nuestra cotidianidad y nos contentamos. Pero lo que cuenta es hacer mucho y hacer rápido y, necesariamente nos tenemos que mover a nivel económico y político, porque las levas de los grandes cambios son estas. Si yo hoy puedo cambiar 1 en mi pequeño, pero mañana puedo cambiar 20 si se muevo a nivel político, elegiría el último. Ciertamente el compromiso personal y aquel a altos niveles pueden ir de la mano, las dos cosas no son excluyentes: debes ser coherente con el estilo de vida, pero no quisiera conformarme con la lógica “en mi pequeño” porque es peligrosa y justificadora. El vaso de agua en la emergencia va muy bien pero no nos detengamos a esto, como alguien dijo, ¡tenemos que pensar en el acueducto!».

¿Cuál es el paso a dar?

«Es el del juego en equipo, el juego organizado, la relación. El superhéroe no es suficiente y tampoco es una acción conjunta. Todo sirve, pero sirve en red, el equipo y no quedarse en el individuo: construir relaciones fraternas, lo repito, aumenta la conciencia, la sensibilidad hacia los demás, incluyendo otros pueblos y naciones, y produce nuevas ideas que necesitamos urgentemente».

¿Puedes darme un ejemplo?

«El principal campo de acción para solucionar la emergencia climática es sin duda, el modo en el que producimos energía, es el 90% del problema. Si resolvemos el problema energético, habremos resuelto mucha parte del problema. Existen fuertes intereses económicos que bloquean acciones individuales y colectivas. Nosotros en Italia tenemos 19.000 millones de subvenciones al año (es decir, dinero público) para el sector de los combustibles fósiles. Deberíamos ver qué pasaría al detener estos flujos de dinero, dirigiéndolos a otra parte, por ejemplo, a las energías renovables. Si la política diera una mano al mercado energético, daría una mano también a la cotidianidad de todos nosotros, actuando con previsión para reparar los daños que se vuelven irreversibles… Es una pieza del famoso acueducto».


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