United World Project

Watch

Luces distantes

 
7 febrero 2023   |   , ,
 

La esperanza y el sufrimiento, los sueños, el cansancio y el miedo de los migrantes asiáticos en la ruta balcánica, a través de un conmovedor documental titulado Trieste es bella de noche.

La ciudad del título es una extensión de luces que vibran y brillan en el mar. Es la Trieste descubierta desde arriba, desde lejos, por uno de los numerosos testimonios del documental “Trieste es bella de noche”.

Fue dirigida por Andrea Segre (ya sensible al tema de los migrantes, con importantes obras documentales y de ficción), junto con Stefano Collizzoli y Matteo Calore. Los tres son miembros fundadores de ZaLab: una asociación de seis cineastas y una entidad para la producción, distribución y promoción de documentales sociales y proyectos culturales.

La Trieste de la película es el lugar de la esperanza, del destino soñado de un viaje arduo y peligroso, que fácilmente puede convertirse en una pesadilla. Trieste como tierra imaginaria e ideal, antes que tangible y física, buscada en todo caso, por existencias reales: por la potente verdad de personas con rostros cargados de humanidad. Vidas con necesidades claras, con deseos comprensibles y sentimientos idénticos a los de quienes viven en la parte más cómoda del mundo.

Este seco e impactante documental es distribuido por ZaLab Film desde el 23 de enero en Italia, acompañado por una gira con los autores por la península, después de la presentación (fuera de competencia) en el Festival de Cine de Trieste.

La película observa y escucha con sobria pero constante participación el esfuerzo extremo de migrantes asiáticos que intentan llegar a Italia por la ruta de los Balcanes. Por tierra con un largo viaje a pie, que atraviesa abundantes porciones de mundo y termina con el así llamado “game”: un juego solo de palabra en el que no hay nada de divertido. En cambio, hay mucho de dramático cuando no de tragedia.

El término es provocador, macabro, lleno de crueldad. Debe entenderse como ruleta, o al límite, para entendernos, en el sentido de la conocida serie coreana de hace algún tiempo: Squid Game, donde jugando se moría. Solo que aquí, no hay nada ficticio, ni siquiera metafórico. Pasa de todo. Y, de hecho, parte de las imágenes provienen de los teléfonos móviles con los que los propios migrantes documentan su desesperada travesía desde Eslovenia a Italia y la banda sonora de la historia incluye las canciones y la música de su cultura, la que se escucha durante el trayecto: así es más fácil entrar en sus ojos en sus oídos, más sencillo alcanzar la empatía que ahuyenta los números crudos, fríos, y hace sentir cercana y viva la persona.

Así es más inmediato, acercarse al corazón de las voces entrevistadas, hechas memoria, a sus rostros comunes, a seres humanos rechazados y a otras vidas suspendidas, esperando partir, entre el miedo y el deseo, en Bihać, en Bosnia, en una casa abandonada.

Todas explican, cuentan, denuncian el precio absurdo de una normalidad y una libertad que otros dan por descontado, que si (y apenas) se agarra, puede perderse inmediatamente. Porque esa frontera en el corazón de Europa puede que no rime en absoluto con acogida, con asilo, con el futuro por el que se ha luchado y se ha arriesgado, pero puede ser el rebote violento que nos devuelva al punto de partida, a través de las llamadas “readmisiones informales” de una política que es incapaz de dar respuestas adecuadas a un fenómeno tan enorme, a una realidad humana tan delicada y dolorosa.

Se habla también de esto, “Trieste es hermosa de noche”, además que, de nieve en el camino, de privaciones, de heridas en el cuerpo y de compañeros que murieron en el camino, de hojas que se comen para alimentarse e incluso, también -podemos verlo desde material de archivo– la necesidad de beber agua de los charcos.

Son detalles que agregan sustancia dura a esta evocación colectiva de angustia y esperanza, de tenacidad y desilusión. Son otras imágenes y otras palabras que muestran la gran herida que atañe al mundo entero. En esta ocasión proceden de un espacio quizás menos conocido, de un rincón del mundo formado por bosques y montañas, unos kilómetros arriba de Trieste. Pero hablan del mismo sufrimiento, de la misma disparidad y desigualdad, del mismo dolor y de los mismos hermanos que cruzan el mar. Son el coro conmovedor de “Trieste es bella de Noche”.


SHARE: