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Workshop

Camerún: compartir con los desplazados

 
9 junio 2023   |   , ,
 
De Nkemajen Regina Mangoh

Desde el 2016 en la región de habla inglesa del Camerún ha habido una crisis sociopolítica que ha provocado el desplazamiento forzado de cientos de miles de personas. Después de la Semana Mundo Unido, los jóvenes del Movimiento de los Focolares decidieron organizar una recolección de bienes para apoyarlos.

Según los datos del Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC), el Camerún es el segundo país de África central en número de desplazados internos después de la República Democrática del Congo. A finales de 2022, 987.000 personas se desplazaron internamente a causa del conflicto y la violencia. Alrededor del 60 por ciento del desplazamiento forzado se produjo en las regiones del noroeste y suroeste, donde a finales de 2016, las protestas provocadas por la disidencia de la minoría anglófona del país se convirtieron en enfrentamientos entre el ejército camerunés y grupos armados no estatales. La del Camerún a menudo es definida una de las crisis más olvidadas en el mundo.

La mayoría de estas personas han perdido su fuente de ingresos y sus hogares y han buscado refugio en otras partes del país. Familias con más de diez personas viven hacinadas en apartamentos de dos habitaciones y llevan una existencia precaria, sin una fuente fija de ingresos para mantenerse. Algunos no pueden satisfacer sus necesidades básicas: nutrición, atención sanitaria y condiciones básicas de higiene.

Después de la Semana Mundo Unido, los jóvenes del Movimiento de los Focolares de Buea (sureste de Camerún) decidieron organizar una colecta de bienes y fondos para ayudar a los desplazados internos que se han asentado en Buea y a los pobres de su comunidad. Luego distribuyeron los bienes recolectados a algunas familias que les habían sido notificadas.

La primera persona a la que visitaron es un hombre que perdió el brazo mientras huía. Vivir con esta discapacidad es un gran reto para él, pues sus hábitos han cambiado drásticamente: “Lo animamos, cantamos hermosas canciones, oramos por él y le dimos una bolsa de comida. Nos dijo que nuestra visita le dio esperanza, alegría y confianza. Sintió el amor de Dios a través de nosotros”, dice Regina, una joven activista presente en la visita. Luego, fueron a ver a un padre de familia que había estado enfermo durante algún tiempo. Benabel cuenta: “No puede moverse sin la ayuda de alguien. Nada más llegar, nos presentamos y explicamos el motivo de nuestra visita. Oramos por su recuperación, cantamos y también le dimos una bolsa de comida. ¡Su alegría y gratitud eran incontenibles! Nos animó a no dejar nunca de amar, porque ‘nada es demasiado pequeño para dar o compartir con los necesitados’. Luego le pidió a Dios que nos siga bendiciendo”.

Carine, otra de las participantes, continúa: “La siguiente visita fue una lección para todos nosotros”. Fuimos a ver a un padre anciano que había estado postrado en cama durante muchos años, su hija que lo cuida, nos acompañó. El aire de la habitación era pesado y contaminado y era difícil entrar. ¡Pero el amor supera todo! Le cantamos y concluimos la visita con una oración. ¡Finalmente, su rostro se iluminó con una hermosa sonrisa! Nos agradeció y nos dijo que cuando muera, le hablará de nosotros a Dios”.

Ultima parada, el centro de hemodiálisis del hospital comarcal de Buea. Allí, después de orar y animar a los pacientes, los jóvenes donaron una suma de dinero a personas en diálisis.

“Sus historias están llenas de sufrimiento, pero sus sonrisas son un signo del renacimiento de la esperanza. Esta experiencia me animó y me enseñó mucho. Me he dado cuenta de que no se necesita tener mucho para ayudar a los demás, y que lo poco que puedo dar puede cambiar la vida de alguien. ¡Fue hermoso y no veo la hora de participar en más actividades como esta!, dice Nadia, otra de las activistas.

Marita agrega: “Después de esta experiencia, estoy verdaderamente convencida de que ningún regalo es demasiado pequeño si se da con amor… No hace falta nada más: es el amor lo que mueve el mundo. ¡Experimentémoslo!


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