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Del infierno de la calle a la casa de Avodah

 
23 noviembre 2022   |   , ,
 
Foto di PxHere

Keenan Fitzpatrick (con 31 años) ha abierto diez residencias en las parroquias o edificios abandonados para ofrecer un futuro a mujeres y niños vulnerables que solo conocen la brutalidad de la violencia.

(Desde Nueva York) “Llévame Dios a lugares donde nadie irá”. Esta es la oración que todas las mañanas recita Keenan Fitzpatrick, antes de comenzar su servicio: el cuidado de quienes han sobrevivido a la trata de seres humanos y al flagelo de la prostitución. Sus palabras favoritas son: curación, salvación, rescate. Keenan tenía siete años cuando “fui conducido” a un lugar donde ni él, ni su hermana hubieran querido entrar nunca: al abuso sexual por parte de un miembro de la familia. Este joven de 31 años recuerda aún el desconcierto, el drama de aquel niño, la desesperación, pero los recuerdos de hoy están envueltos de una gran serenidad. “He encontrado plena sanación en la gracia de Dios y, en este don completamente gratuito, he entendido que le habría dado a Dios mi corazón, mi vida, para permitir a otros hacer la misma experiencia de libertad” me dice entusiasmado.

Keenan es originario de Denver, Colorado, ya a los 20 años empezó a recorrer las calles de la prostitución con un sacerdote y un amigo. “Rezamos, escuchamos música y pedíamos siempre para que terminara la trata”, explica, pero contemporáneamente, el deseo de ofrecer un camino de salvación y sanación a estas mujeres lo dejaba inquieto. Conocía muchas obras que ayudan a las víctimas de tráfico sexual, sin embargo, cuando con todas sus fuerzas y riesgos “salen de ese abismo, no hay nada más allá de ese infierno y no pocas retroceden”. Keenan me habla y en sus palabras se pueden ver los rostros y las historias de estas mujeres. En los Estados Unidos, alrededor del 75% de las chicas víctimas del tráfico sexual sale del sistema de acogida para volver a las calles. La reincidencia es una constante y el número de camas que permiten albergarlas, tras la fuga, es de solo 1.800 unidades: migajas para los inmensos Estados Unidos.

The Avodah Team

Las casas de Avodah (del informe hebreo) nacieron en 2020 precisamente para responder al drama de estas mujeres y sus hijos: todos sobrevivientes del infierno. Keeran ha examinado conventos y casas parroquiales abandonadas en varias diócesis de Estados Unidos, y junto con corporaciones asociadas, logró abrir 10 casas en cinco diócesis. Otro obstáculo era encontrar personal calificado que tuviera la fuerza y la preparación “para llevar la cruz muy pesada del sufrimiento y la cruz igualmente pesada de la curación”. La respuesta llegó de Luisiana, donde un grupo de religiosas brindó un nivel excepcional de atención a estas mujeres. Keenan pidió ayuda a sus congregaciones y hoy son 23 llegadas de Filipinas, Nigeria y otros países en la cima de los informes de tráfico de blancas. Reciben capacitación del FBI, de la academia forense, de especialistas en traumas, de expertos de las Naciones Unidas para acompañar a las víctimas. Las huéspedes de Avodah son todas americanas y cuando llegan a la comunidad son notificadas por otras agencias. Los programas de tratamiento, de duración bianual, ofrecen cursos de arteterapia, musicoterapia, pero también consultoría contra traumas y orientación profesional. Quienes sostienen la experiencia de renacimiento de las víctimas y sus hijos son donantes muy generosos. Ningún fondo llega del gobierno, precisamente porque los Fitzpatrick quieren independizarse de financiamiento que no daría espacio ni siquiera a la dimensión espiritual de la persona.

¡Ya, los Fitzpatricks! Junto a Keeran está su esposa Briana y sus cuatro hijos, al frente de la redención de sobrevivientes de la calle. “Siempre supimos que estábamos llamados para una misión -me dice-. Hemos educado a nuestros hijos a una vida de fe, para llegar a una vida de caridad y servicio”; pero no esconde el compromiso sustancial que requiere este camino de tratamiento. “Las mujeres están realmente destruidas y son vulnerables y los hombres detrás son realmente perversos de esta maldad – enfatiza Keeran-, y agrega: “Nuestra familia está protegida, por una vida fuerte de Evangelio, aun si he nacido en una familia sin una confesión religiosa particular”.

The Fitzpatricks

Las cifras de la trata de humanos en el mundo hablan de casi 50 millones de personas involucradas en una industria que produce más de 150 mil millones de dólares al año. Quien piense que la trata es el resultado exclusivo de los secuestros y la prostitución forzada, debe cambiar de opinión. “El teléfono es la herramienta que alimenta este circuito criminal”, explica Keeran y agrega que “en el teléfono, los depredadores atraen a niñas y niños y les ofrecen beneficios en Facebook o Instagram para convencerlos”. Otro modo es el tráfico informático, donde un usuario puede pedir encontrar a una niña en otra parte del mundo, pagar por las violencias y después hacerse enviar un video, que pagará y se convertirá en uno de los muchos videos pornográficos en red. Después de China, Rusia y Estados Unidos, Italia es el cuarto país consumidor de esta forma de tráfico, lo que demuestra que no es la población, sino la demanda del producto lo que mueve el mercado. Keenan expone el dato con tristeza, pero está convencido de que “cambiar el corazón de los hombres, educar para el acceso ético a la tecnología y la fe” son las líneas de acción que se tienen que enfocar. A menudo le preguntan si el tráfico terminará algún día. Keenan es consciente de que no se trata solo de una lucha contra las organizaciones criminarles, sino de una “batalla por las almas” y esta obra suya es “nada menos que la esperanza de que podamos acabar con esto de verdad”.


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