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Hacer la diferencia donde todo escacea

 
9 julio 2021   |   , ,
 

La experiencia del cuidado durante la guerra civil, gracias a una “red” de familias que en Camerún está marcando la diferencia.

#DaretoCare no es sólo un slogan reconocido ahora en muchas partes del mundo, sino que es un desafío verdadero y propio que se cosecha y encuentra humus fértil especialmente ahí donde hace falta todo.

Las regiones anglófonas de Camerún, por ejemplo, desde hace varios años han estado plagadas de conflictos, violencia y pobreza. Una situación que tiene raíces en el tiempo, ya en las declaraciones de independencia de Camerún en 1960. De hecho, desde entonces, entre la minoría anglófona y la mayoría francófona del país se han creado tensiones que han crecido siempre más, con enfrentamientos muy graves entre los separatistas y el ejercito regular. A esta situación ya difícil, hoy se agregan conflictos y divisiones entre grupos étnicos, religiosos que, según las Naciones Unidas, han causado la muerte a más de 3.500 personas, obligando a más de medio millón de habitantes a huir a las regiones francófonas de Camerún o a la cercana Nigeria.

Marie e Ric Nkengafack viven en Limbe, en la costa suroeste del país, están casados desde hace 22 años y tienen cinco hijos. Además de seguir sus profesiones de economista y agrónomo, trabajan con una red de familias “cuidando” sobre todo a las familias con relaciones internas difíciles: formación, acompañamiento, escucha son solo algunas de las actividades que realizan, junto a un apoyo concreto para cada situación.

De hecho, en la parte anglófona del país, han matado a muchas personas, las familias han quedado sin casa y muchos niños no van a la escuela y corren el riesgo de ver comprometida la educación y por tanto su futuro por muchos años. Mari y Ric cuentan:

«Muchas familias han sido desplazadas a otras regiones y ciudades viviendo en condiciones terribles e inhumanas. Con un grupo de familias que aquí en Camerún, intentan vivir en fraternidad, tratamos de no ser indiferentes ante todo este sufrimiento. La explosión de la pandemia ha empeorado la situación a causa de las medidas de contención para impedir la difusión de la enfermedad».

En un contexto tan difícil y complejo, es necesario trabajar en dos direcciones: enfrentar las emergencias, pero pensar también en el futuro y sobre todo hacer a las personas capaces y protagonistas de su propio cambio. Maria y Ric explican así un “cuidado” en varios frentes: «En colaboración con el programa de Economía de Comunión, hemos organizado una serie de cursos de formación para dar a las familias desplazadas la capacidad de crear pequeñas actividades generadoras de ingresos que puedan ayudarlas a tener al menos el alimento en la mesa y satisfacer algunas exigencias básicas». Desde el crochet hasta la producción de jabones y detergentes, todo se convierte en una ocasión para recomenzar una vida.

Ric cuenta sobre 90 familias que han tenido la posibilidad de poner en marcha pequeñas actividades comerciales: Por ejemplo, está Rita que su esposo fue asesinado en la guerra y con el apoyo que recibió vende pescado ahumado para mantener la familia y para que sus hijos continúen a estudiar. Luego está Jonás Echu que hoy fabrica sandalias y las vende para sostener la familia. En cambio, Celestine con la esposa y los hijos que fueron desplazados al campo, gracias al estímulo de otras familias vio una oportunidad positiva en esta situación de dificultad, invirtiendo la ayuda recibida en producción de papas irlandesas, fríjoles y repollo. La cosecha fue buena este año y ahora que su situación está mejorando, quieren enviar alimentos para ayudar a otras familias en dificultad. Pero no sólo: «También hemos comprado libros y ayudado a más de 50 niños a retomar sus estudios. La retroalimentación que estamos recibiendo, de la mayor parte de estas familias, es muy alentadora y nos da el valor para continuar».

El primero y verdadero cuidado a estas familias es la relación, no sentirse solos, sino injertados en una familia de familias que alivia las más variadas heridas, que da valor para poner el corazón más allá del obstáculo y así crear una reciprocidad que marca la diferencia.

«Es precisamente así» -dice Maria – «La reciprocidad cambia las cosas sobre todo en estas situaciones difíciles y crea posibilidades antes impensadas. También la forma de contracambiar la ayuda recibida por parte de algunas familias nos ha dado mucha alegría y es la prueba que, como se dice aquí, no solo les hemos dado el pescado, sino que les hemos enseñado a pescar».


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