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Reseña de “El Gran Guerrero”: diálogo, poder y política en la historia hawaiana

El Gran Guerrero (Chief of War), en Apple TV+, es una serie histórica, pero también épica y aventurera. Con una connotación espacio-temporal muy precisa y oportuna. Una serie literal y metafórica: las relaciones de poder en general, las relaciones políticas entre los pueblos y los seres humanos.
El Gran Guerrero explora tanto la paz como la guerra. El diálogo y las armas son los temas de esta impactante serie en Apple TV+, con nueve episodios que se estrenan semanalmente, el último el 21 de septiembre próximo.
Se aprecia el esplendor visual de un paisaje incontaminado, completamente natural, inexplorado (por un tiempo más) por los intereses comerciales del mundo moderno. Incluso mientras el Occidente conquistador, cargado de pólvora y ávido de recursos, de materiales y dinero, ataca al primero con fuerza y ferocidad.
La Historia de Hawái
Una ferocidad contenida, amenazante, hasta cierto punto: hasta que los barcos de los rostros pálidos apuntan sus cañones a una playa blanca, contra los cuerpos indefensos, incrédulos y repentinamente traspasados de los habitantes de una bahía de las islas hawaianas. La serie explora con detenimiento la (compleja y violenta) historia de su tribu y su unificación.
Lo hace comenzando por el uso de la lengua que hablaban entonces los distintos clanes, pasando por una admirable atención a las costumbres y los entornos domésticos, todos los espacios en los que las comunidades del archipiélago viven su vida cotidiana. Lo hace describiendo con fascinante detalle las actividades que realizan, desde la pesca hasta el cultivo, desde las tradiciones hasta los rituales. La historia comienza con la captura de un enorme tiburón, una experiencia memorable.

Jason Hood, Charlie Brumbly and Benjamin Hoetjes in Chief of War, now streaming on Apple TV+
La política en El Gran Guerrero
Hay reyes, consejeros y guerreros. Hay diferentes posturas y bandos ideológicos. Hay, entre líneas, democracia y dictadura. Hay amor por el pueblo, el deseo de que vivan no con miedo, sino en armonía, prosperidad y paz.
En El Gran Guerrero hay autoidolatría, un culto a uno mismo y a la propia ascendencia que se extiende por todos los rincones de las islas. Hay una sed de conquista como fin en sí misma, con la complicidad, experimentada completamente internamente, invocada y desafiada, de los dioses.
En resumen, en El Gran Guerrero, hay política: compleja, gigantesca, ambiciosa, necesaria, formidable y dolorosa. Balanceándose precariamente en la delgada línea que separa la paz de la guerra, la muerte de la vida. Una política suspendida en la duda sobre si puede caminar en el silencio de las armas, derrotándolas, o si debe necesariamente ensuciarse, degenerarse, sucumbir a la locura, la brutalidad y la inhumanidad de la guerra.
Los cuatro hombres de El Gran Guerrero
Además de dos interesantes personajes femeninos, nada pasivos, hay cuatro personajes masculinos principales. El primero es Ka’iana, interpretado por Jason Momoa. Inicialmente es un personaje mitológico, pero a medida que avanza, se vuelve cada vez más moderno, tanto mental como (definitivamente) físicamente. Es un guerrero, pero también un hombre que huye de la guerra. No le gusta, especialmente cuando la ve como una herramienta para obtener poder personal.
Ka’iana (a regañadientes) ha descubierto la civilización occidental, y al regresar a su isla, sabe perfectamente que la amenaza a la prosperidad y la paz, y al futuro mismo de su pueblo, proviene ahora de dos frentes: interno, de otros reinos, y externo, de una cultura más poderosa en sus medios y estrategias de conquista. Diferente en su enfoque de los espacios naturales otorgados por Dios.
Junto a Ka’iana está Kamehamea: el rey que (en la verdadera historia de Hawái) logró unificar, a finales del siglo XVIII, los diversos reinos de Hawái que hasta entonces habían estado en conflicto. Él es el símbolo de la paz en la serie, quien, junto con Ka’iana, se preocupa por el pueblo, pero a diferencia de esta último, cree en la renuncia a la violencia y en el diálogo como herramientas para crecer juntos.
No es que a Ka’iana no le guste esto, pero en su visión ahora desencantada del mundo, marcada por experiencias tanto dentro como fuera de ese paraíso geográfico, la posibilidad de resolver asuntos delicados sin el uso de las armas es bastante remota.
La serie, que ve a los otros dos personajes masculinos, los dos líderes antagónicos del primero, como la encarnación del egoísmo (y como metáfora de un régimen totalitario en el que un solo individuo es el amo de la comunidad), aborda el tema político como un dilema, tan abierto, como la duda, transmitiendo su estratificación, su delicadeza, su sometimiento al terror de tener que soportar el demonio de la batalla, de la resolución de conflictos con sangre.

Una serie moderna y oportuna
La serie no idealiza a los pueblos indígenas. No aísla su pureza, sino que nos habla de la violencia humana, de una lucha por el poder, ya presente en aquellas culturas carentes de capitalismo y armas de fuego, aunque con un significado mayor en ellas que el de un Occidente cuyo único dios es la acumulación de riqueza material.
Por lo tanto, la serie es solo parcialmente un himno a la armonía de los pueblos antiguos, como lo fueron, por ejemplo, las películas Bailando con Lobos o El Nuevo Mundo, de Terence Malik, sobre los nativos americanos.
El Gran Guerrero, en su esplendor visual, en la astucia y cautela con la que inserta la acción de las batallas y el derramamiento de sangre en medio de los numerosos diálogos políticos, en medio de las posturas de los diversos personajes sobre las difíciles decisiones que deben tomar, es una serie moderna que no simplifica los temas que aborda: la paz, la guerra, la política. Pero observarlos de esta manera los respeta y nos da motivos para reflexionar, para comprender las consecuencias de ambos.
Es una serie oportuna porque nos permite (según los primeros siete de los nueve episodios vistos hasta ahora) trasladar los diferentes personajes y posturas políticas al mundo actual, tan desafiante y peligroso como el que se presenta en la serie. El Gran Guerrero puede, por lo tanto, ser un punto de partida (no un punto de llegada) para la reflexión que United World Project iniciará este septiembre sobre los temas de política y ciudadanía activa.



