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Giorgio La Pira: el alcalde de Florencia que fue pobre con los pobres

Giorgio La Pira fue un político diferente, creyente, pobre entre los pobres y convencido de que la política podía ser una forma de caridad. Maurizio Certini, vicepresidente de la Fundación que lleva su nombre, repasa la vida y el legado de Giorgio La Pira.
Giorgio La Pira fue un político, un hombre de gran envergadura. Profesor de Derecho Romano, formó parte de la Asamblea Constituyente que redactó la Constitución italiana, fue tres veces alcalde de Florencia y diputado. Por los valores que encarnó a lo largo de su vida y por sus acciones, todavía puede ser hoy un faro para las nuevas generaciones.
Por ello, intentamos construir un retrato de Giorgio La Pira con la ayuda de Maurizio Certini, vicepresidente de la Fundación La Pira, con sede en Florencia.
¿Cuánto espacio dedicó Giorgio La Pira al prójimo frágil?
Los pobres estaban en el centro de su vida. Los pobres de Florencia eran su familia, porque él era pobre junto a ellos. La Pira hace una elección de pobreza radical, similar a la de San Francisco. Siempre comparte todos sus bienes porque considera la pobreza un valor evangélico, si se elige libremente. Considera el Evangelio como libro de los pobres y texto de la socialidad humana, pero también será su referencia constante en el compromiso político. Ve en el pobre a otro Cristo y en la patología del sistema económico la grave responsabilidad de la indigencia e interviene, haciendo política, por amor.
La Pira a los veinte años tuvo una conversión religiosa…
Hay apuntes muy bonitos escritos por La Pira a los 20 años, en la Pascua del 24. Son las palabras de un joven enamorado, de un ²explorador del paraíso², como lo define Dossetti, su compañero en la Constituyente, que comparará esta intensa experiencia mística con la de Francisco de Asís en San Damián. La Pira llega allí a través de un camino de estudio y reflexión acompañado por sus maestros. En particular, por su maestro de letras. Encuentra, como él mismo dice, ²a Jesús, el Maestro² y lo sigue de manera radical durante toda su vida de estudioso, de docente, de alcalde pobre con los pobres.
¿Cómo fue la vida de La Pira antes de eso?
Nace en 1904 en Pozzallo, un pueblo de pescadores del sur de Sicilia, y crece en Mesina, en un ambiente anticlerical, y está influenciado por el futurismo de Marinetti. Pero incluso en este contexto no le falta sensibilidad social. Esto se demuestra en la atención a los residentes en barracas en los suburbios de Mesina después del terremoto de 1908. La Pira les brinda ayuda y juega con los niños.
¿Qué ocurre cuando llega a Florencia?
Llega en 1926, como estudiante, llamado por su profesor: el eminente romanista Emilio Betti. Aquí La Pira prepara su tesis y se vincula a Florencia, enseñando en la universidad y comprometiéndose en el cuidado de los pobres con la San Vincenzo De Paoli. Después de un breve período como Subsecretario de Trabajo, será alcalde (de 1951 a 1965). Dará un nuevo rostro a la ciudad gravemente herida por la guerra, teniendo en el corazón 5 objetivos: para todos, trabajo, vivienda, salud, educación y un espacio para rezar.
¿Cuál es el camino que lo lleva a la política?
En Florencia profundiza el pensamiento de Santo Tomás y hace suya la dimensión política, poniendo siempre en el centro a la persona humana y la dignidad de cada hombre y mujer, poniendo primero a los últimos. Recupera, siguiendo la enseñanza del amigo papa Pablo VI, la dimensión de la política como la expresión más alta de la Caridad. En 1934 funda la Misa del pobre, todavía existente en Florencia, y ve en la Eucaristía la cima, el centro de la dimensión relacional. Funda la Comunidad de San Procolo, que une a pobres y ricos involucrando a los jóvenes. No hay nada de paternalista en la actitud de La Pira, porque La Pira es pobre con los pobres. Los domingos siempre estará con los pobres; los ayuda, los informa sobre temas políticos e internacionales. A cambio, les pide oraciones, convencido de que todos tienen algo que donar.

¿Cómo se mueve durante el Fascismo?
En 1938, se promulgan las leyes raciales. Se establece que algunos ciudadanos ya no lo son. No tienen más los derechos de los demás. Un amigo y colega de La Pira, el Prof. Cammeo, es expulsado de la universidad porque es judío.
¿Cómo reacciona él?
No toma el fusil, sino que en enero de 1939 crea un nuevo suplemento en la revista de los Dominicos de San Marco, Vita cristiana: una publicación mensual que no acusa a nadie, pero que se opone firmemente a la doctrina y a la práctica del fascismo. La llama “Principios”.
¿Qué se lee dentro de “Principios”?
Recupera escritos de la antigüedad clásica, páginas de la Biblia, de los padres de la Iglesia. Habla de la centralidad de la persona humana, de su dignidad, de la libertad, de la igualdad, de la solidaridad, de la justicia y de la paz como meta definitiva de la humanidad. Habla del trabajo, de los derechos sociales y del Estado como su garante. Explica la ilegitimidad de la guerra. Tras la invasión de Polonia por parte de la Alemania nazi, en el número de septiembre de 1939 publicará un artículo muy duro. La revista seguirá publicándose hasta 1940, cuando será suprimida por los fascistas.
¿Qué pasa allí?
La Pira está controlado por los fascistas, pero a pesar de ello sigue moviéndose y hablando en muchos lugares, hasta que se ve obligado a esconderse para luego escapar a Roma, alojado por su amigo Mons. Montini (futuro papa Pablo VI). En Roma conoce a otros intelectuales refugiados en la capital, como Calamandrei. También conoce a Igino Giordani, con quien desarrollará una especial afinidad. En 1945 publicará una de sus obras fundamentales: La nostra vocazione sociale (Nuestra vocación social).
¿Qué pasa con “Principi”?
Sigue siendo una operación cultural excepcional, porque en esa revista se encuentran los “principios” de nuestra carta constitucional.
¿Acabada la guerra, La Pira vuelve a Florencia?
Vuelve mucho antes. La Pira está impaciente. Regresa tan pronto como los aliados le permiten pasar, porque Florencia ha sido liberada y la guerra continúa avanzando lentamente hacia el norte de Italia. Es el 2 de septiembre de 1944. Le son conferidos roles para el cuidado de los pobres, ya que los conoce a todos. Es nombrado presidente del ECA, el Ente Comunale Assistenza (entidad de asistencia municipal). Mientras tanto, entra a formar parte de la Asamblea que trabaja para redactar la nueva Constitución, donde tendrá un papel clave en la redacción de los Principios Fundamentales.
Esos principios que regresan…
El artículo 2 es totalmente de La Pira, como parte del artículo 1. El artículo 3 hasta el artículo 11: sobre Italia que renuncia a la guerra como instrumento para resolver disputas internacionales. La Pira ya se había preparado.

Son años intensos…
Un día en Roma para trabajar en la Constitución. Al siguiente en Florencia para ayudar a los pobres.
Teoría y práctica, palabra y gesto
En el ensayo Nuestra vocación social escribe así: ²No basta la vida interior. Es necesario que esta vida se construya en los canales externos destinados a hacerla circular en la ciudad del hombre. Es necesario transformar la sociedad. Es preciso caminar con Jesús por las calles del mundo²
¿Cómo se integran el cristianismo y la paz en La Pira?
Su cristianismo está bien arraigado en una fe que ve la acción permanente de Dios en la vida del mundo. Esto le permite captar el sentido último de la Historia, cuyo curso está orientado hacia la desembocadura, como lo hace un río con sus meandros, sus retrocesos. Se mueve hacia el mar, representado por la paz. Su fe no es ideológica. Es concreta, previsora. Es la fe de un hombre libre, movido por una instancia espiritual que ha cortado todo vínculo con el poder.
No el que tiene con los pobres…
Siempre en Nuestra vocación social, La Pira escribe: ²No puedo ser indiferente ante el hecho de que mis hermanos se vean obligados a vivir en un régimen económico que contradice su naturaleza humana, en un régimen jurídico o político que viola sus derechos humanos fundamentales².
Los pobres como hermanos… ¿La Pira siempre combina espiritualidad y política?
Lleva todo esto también a su experiencia como subsecretario de Trabajo en el primer gobierno de De Gasperi, donde se enfrenta al tema del desempleo y lo estudia. En 1950 publica La espera de la gente pobre, donde expresa su visión económica, y es un preludio de sus decisiones firmes y visionarias tomadas en Florencia como alcalde para la defensa del derecho al trabajo (que no puede ser superado por el mecanismo del beneficio a favor de unos pocos). La Pira tiene claro el artículo 1 de la Carta Constitucional: «Italia es una república fundada en el trabajo». Pero su acción no se limita a la buena administración de la ciudad. Cambia la acción política del alcalde, promoviendo Florencia en el ámbito internacional como ciudad promotora de la paz. Lo hace lanzando hermanamientos entre ciudades con el lema “unir las ciudades para unir el mundo”, a través de importantísimos congresos internacionales para el diálogo mediterráneo, que veía como un mar que unía pueblos hermanos (judíos, musulmanes, cristianos), con acciones de paz entre Este y Oeste, con la promoción de los “pueblos nuevos” que estaban saliendo de los regímenes coloniales, con propuestas para el desarme. En plena Guerra Fría, ofrece espacios para la diplomacia. Inicia caminos que dan lugar a importantes negociaciones y acuerdos internacionales. Su correspondencia con los grandes de la Tierra es inmensa y con sus cartas a los papas, fue precursor de aspectos nuevos que formarán parte del Concilio Vaticano Segundo.
El concepto de fraternidad está muy presente en La Pira, que era terciario dominico y también franciscano. Lo asocia mucho con el Papa Francisco.
¿Podemos decir que La Pira llena el concepto de política de tantas cosas maravillosas?
Sobre la política escribe: “Mi vocación es una sola, estructural. Nunca he querido ser ni alcalde ni diputado o subsecretario. Pero que no se diga esa frase poco seria, que la política es cosa fea. El compromiso político, dedicado a la construcción cristianamente inspirada por la sociedad, en todos sus ámbitos, empezando por el económico, es un compromiso de humanidad y santidad “.
¿Cuál es otra palabra clave, todavía hoy preciada, para La Pira?
La Pira es conocido como “profeta de la Esperanza”. Repetía frecuentemente la locución paulina de Spes contra spem (esperar más allá de toda esperanza). También tenía claro cómo San Agustín define la Esperanza, una virtud que tiene dos piernas: la ira (por las cosas que no van bien) y el coraje (para cambiarlas). La Pira rezaba, estudiaba la realidad e intervenía, siempre operando para unir.
¿Qué tan importante es que los jóvenes hoy conozcan a Giorgio La Pira?
La Pira es un personaje gigantesco. Su acción fue vasta y su pensamiento exploró varios campos. Tiene mucho que decir a nuestra generación y a las futuras. Basta leer sus escritos para entender cuán actuales son. Siendo un hombre del siglo XX, tal vez su lenguaje pueda parecer anticuado, pero La Pira llega de todos modos al corazón y a la mente de manera inmediata. Sabía hablar a los jóvenes. Durante el ’68 era uno de los pocos profesores que los estudiantes escuchaban. Porque les ofrecía perspectivas y, junto a ellos, sabía mirar el futuro. La Pira soñaba con los jóvenes y esta su capacidad de captar un sueño los conquista incluso hoy. Todo su pensamiento es muy actual. La Pira era un soñador-realista. Él explica que la paz conviene. Y que la guerra, al entrar en la era atómica, se ha vuelto “imposible”, porque, depois de Hiroshima, corre-se o risco da autodestruição da humanidade. Em Il sentiero d’Isaia (O caminho de Isaías), uma coletânea de escritos e discursos de 1965 a 1977, republicada com prefácio de Mikahil Gorbaciov, ele explica com clareza que o único caminho possível para a paz é o caminho político, a negociação global e o desarmamento, começando pelo nuclear. Concluída a experiência como prefeito em 1965, como presidente da Federação Mundial das Cidades Ungidas, ele se empenhou com rigor na construção da paz, até seu sábado sem vésperas (5 de novembro de 1977).



