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Calciosociale: cambiar las reglas del fútbol para cambiar las del mundo

Massimo Vallati es el presidente de Calciosociale: una flor entre el cemento de Corviale, una de las periferias más difíciles de Roma. Un modelo para seguir, una revolución. Massimo nos contó esta hermosa historia de renacimiento y esperanza.
Calciosociale es mucho más que un proyecto deportivo: es una revolución nacida en el corazón del barrio romano de Corviale, donde el fútbol se convierte en una herramienta de inclusión, legalidad y renacimiento. Concebido por Massimo Vallati, Calciosociale transformó un campo abandonado en el «Campo de los Milagros», un lugar donde hombres y mujeres, niños y ancianos, personas con y sin discapacidad juegan juntos para aprender a protegerse mutuamente.
Durante veinte años, Calciosociale ha demostrado que cambiar las reglas del fútbol puede realmente ayudar a cambiar las reglas del mundo.

¿Cómo nació Calciosociale?
Con la idea de cambiar las reglas del fútbol para cambiar las reglas del mundo.
¿Cómo?
De niño, crecí entre pan y fútbol. En los años 80, con los cromos Panini, las escuelas de fútbol y el estadio. Sin embargo, el fútbol comenzaba a convertirse en el gran fenómeno social que es hoy, con la decadencia que se escondía entre la belleza que tanto me fascinaba. En 1985, ocurrió la tragedia de Heysel: muertes transmitidas en directo por televisión durante un partido. Había peleas en las gradas, extremismo político. Las drogas se infiltraban y agentes ávidos de dinero acechaban en los campos.
¿Sentiste un conflicto interno?
Eso me llevó a tomar la decisión de dejar el fútbol. Durante muchos años, no lo seguí de ninguna manera. Hasta que, siendo catequista, presencié un torneo parroquial.
¿Qué notaste?
Que se aplicaba la misma regla que en el mundo exterior: el fuerte oprimía al débil.
¿Fue eso una chispa?
Fui a ver al párroco y le expliqué que quería redactar reglas diferentes y organizar un torneo de fútbol. Estuvo de acuerdo y comenzamos la aventura, el reto del fútbol social. Primero cuatro, luego ocho, dieciséis, muchos equipos, todos necesitando un espacio para desarrollar el proyecto. Esto fue entre 2005 y 2006.
¿Cuándo lograste construir tu propio campo de fútbol?
El campo fue una larga batalla. Una batalla cívica, de crecimiento, de renacimiento. Intentamos construirlo en el barrio de Monteverde, luego llegamos a Corviale: una zona muy difícil de Roma. Encontramos un espacio abandonado, destruido, controlado por delincuentes. Empezamos a construir lo que llamaríamos el «Campo de los Milagros».
¿Solos?
Se lanzó una campaña de recaudación de fondos, además de la promesa de financiación pública que nunca llegó. Nos encontramos trabajando de forma independiente, solos, y protegiendo este espacio. Incluso dormía allí por la noche para evitar las ocupaciones.
¿Cómo surgió su vínculo con Corviale?
El proyecto Calciosociale estaba intrínsecamente ligado al apoyo a la comunidad de Corviale. Incluso antes de construir nuestro propio espacio, llevábamos a los niños del barrio a disfrutar del fútbol social en Roma.
¿Cuándo lograron construir la cancha?
En 2014, tras mucho esfuerzo. La inauguramos con un evento extraordinario: la exposición previa al Mundial de Brasil. Se nos reconoció por haber transformado historias destinadas al declive.
¿Qué significó tener su propia cancha?
Una vez inaugurado el «Campo de los Milagros», comenzaron las actividades centradas en dos áreas principales: llevar el fútbol social a toda Italia y ofrecer oportunidades de cambio en la zona de Corviale, con el Campo de los Milagros como motor para el renacimiento del barrio.

¿Lo fue?
Sí, porque gracias al fútbol social se consiguió financiación para proyectos en el barrio: para edificios, para proyectos de regeneración urbana.
¿Cuáles son las reglas de Calciosociale?
Todas tienen como objetivo inculcar valores: la primera es que hombres y mujeres, personas mayores y niños de 9 a 90 años, personas con y sin discapacidad pueden jugar juntos. La meta es potenciar la diversidad mediante la inclusión. Cada equipo tiene las mismas posibilidades de ganar, con un coeficiente asignado a cada jugador. A diferencia del fútbol tradicional, donde gana quien tiene más recursos económicos, en el fútbol social “solo gana quien protege”.
Ese se ha convertido en vuestro lema, ¿verdad?
El ganador es quien protege a los demás, quien cultiva su potencial. Quien mejora sus habilidades, dentro de un marco de justicia y cooperación.
¿Hay capitán del equipo?
El líder del equipo es un educador, comprometido con el desarrollo personal de todos. Toma decisiones en colaboración con los demás, incluyendo al educador asistente y al joven capitán. El objetivo es desarrollar el liderazgo y la capacidad de entrenamiento.
¿Quién arbitra los partidos?
No hay árbitro. Si hay una falta, los equipos deben ponerse de acuerdo para reanudar el juego. Es un gran ejercicio de democracia y fomenta el sentido de la responsabilidad. Ganar o perder no es culpa del árbitro, quien, en el fútbol tradicional, suele ser el chivo expiatorio.
¿Alguna otra regla?
Ningún jugador puede marcar más de tres goles por partido, para fomentar la atención hacia los demás. Está bien marcar, pero también está bien dejar que otros marquen. No hay suplentes, todos son titulares, con cambios constantes cada cinco minutos para reforzar el concepto de juego limpio.
¿Cuántos jugadores participan?
Ocho, en una cancha de fútbol para 8 (calciotto): el espacio ideal para ciertas edades y para personas con discapacidad. Perfecto para desarrollar la pedagogía del fútbol social.
¿Otros momentos significativos?
Al inicio y al final de cada partido, hay un momento para compartir en círculo en el centro de la cancha. Es un paso importante, basado en la comunicación y la escucha. Todos pueden expresar algo a los demás. Juntos somos algo. Este es otro aspecto importante del fútbol social.
¿Hay un tercer tiempo?
Los partidos de Fútbol Social no se juegan solo en la cancha: los equipos siguen compitiendo en actividades comunitarias, acumulando puntos para la clasificación final, desarrollando un fuerte sentido cívico y valores como la honestidad, la legalidad y la empatía. Cerca del «Campo de los Milagros», había un vertedero ilegal que rehabilitamos con partidos fuera de la cancha. Creemos que si un niño participa en la regeneración de una zona degradada, quizás en manos del crimen, se siembra en él una semilla vital. Esta semilla, si se apoya con trabajo posterior, puede ayudarle a preservar lo que apreciamos, a convertirse en agente de cambio.
¿Cuántos años tiene el Fútbol Social?
Veinte, dieciséis de ellos en Corviale. Veinte años de reconocimiento internacional y tesis de grado sobre nuestra experiencia, así como proyectos relacionados con el fútbol: nutrición, medio ambiente y lucha social contra la mafia. Sin mencionar la experiencia del sofá social, donde los niños, con educadores y facilitadores, abordan un tema específico cada semana. Veinte años en los que, siempre luchando contra el cáncer del fútbol moderno, se fundó el Club de Fútbol Miracoli, con la inauguración del campo de fútbol 11 en presencia del Presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella.

¿Una escuela de fútbol?
La primera del mundo con la metodología Calciosociale. Una escuela de fútbol como campo de entrenamiento para la vida: educar al niño a 360 grados.
Hace pocos días se escribió un nuevo capítulo en la historia del Calciosociale con la tribuna antimafia. ¿Qué es?
La primera tribuna antimafia en Italia, capaz de transmitir mensajes éticos transformando los coros violentos de las gradas en algo positivo. Estas tribunas son, sin duda, uno de los lugares de encuentro más importantes para los jóvenes, tras la crisis de los oradores y otros movimientos juveniles. Denunciamos su degradación, criminalidad y extremismo político.
Continuar con esta noble causa, yendo contracorriente con tanta determinación, no es fácil. Ha habido, y sigue habiendo, momentos muy difíciles.
En 2015, un año después de inaugurar el «Campo de los Milagros» como parte de nuestro trabajo para sacar a los niños de las calles, hubo un ataque incendiario con el objetivo de destruirlo. Otras zonas rehabilitadas fueron destruidas sistemáticamente. Hace aproximadamente un año, incendiaron mi automóvil y alguien entró al campamento para retenerme. Me pusieron bajo protección policial por denunciar lo que fingimos ignorar, por luchar para erradicar la delincuencia. Rompimos un equilibrio —un paso crucial hacia el cambio— y estamos pagando las consecuencias.
Volviendo a la estética, las camisetas de los jugadores no llevan nombres, sino los valores del Calciosociale.
Cada año hay un tema vinculado a las actividades dentro y fuera del campo. De ahí los nombres de los equipos. Este año, son los hombres y mujeres que dedicaron su vida a la justicia: Falcone, Borsellino, Anna Politkosvskaya, Martin Luther King, Mandela, entre otros. En el campo, sus nombres se lucen en las camisetas. Fuera del campo, la gente reflexiona sobre su labor, sobre su relevancia. Sobre su ser valores “vivos”.
¿Qué características deben tener quienes ayudan a mantener en marcha la maquinaria social del fútbol?
Deben ser personas muy sensibles, motivadas y fuertes, porque es fácil rendirse ante los desafíos del contexto en el que trabajamos.
¿Cuáles han sido las mayores satisfacciones, las respuestas más alentadoras, a lo largo de los años?
Cuando el lunes pasado vi las nuevas gradas llenas de niños y jóvenes gritando «¡Los aficionados celebran y la mafia se derrota!», me llené de alegría. Ver el entusiasmo vinculado a este gran valor social recompensa el esfuerzo, tantas preocupaciones, tanto sufrimiento y angustias. Lo mismo ocurre cuando un vertedero ilegal se convierte en un espacio para la ciudadanía. Todavía nos queda mucho por hacer, pero tenemos muchas ganas de hacerlo. Tanto en la recuperación de espacios como en el proyecto de transformar las escuelas de fútbol italianas, que son casi tantas como escuelas secundarias en el país.
¿Qué consejo le daría a alguien que quiera emprender un proyecto como el suyo?
Que tendría que estar dispuesto a acostumbrarse a ser atacado constantemente: por su determinación de lograr un cambio positivo, por querer alejarse de la dinámica de insultos durante los partidos, de un fútbol plagado de violencia, de un sistema que lo vive así.
¿Qué tan importante es el apoyo de los medios?
Es crucial porque el crimen exige silencio y que historias como la nuestra sean marginadas y aisladas. La batalla debe librarse juntos, incluso despertando conciencias y moldeando la conciencia cívica de la sociedad.




